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Crítica de "La sangre en el ojo", de Toia Bonina

En su documental "Orione" (2017) la artista visual Toia Bonino buscaba reconstruir los acontecimientos previos, desde el punto de vista de la madre, a la muerte de Ale Robles, un joven que tras dedicarse a los robos y secuestros exprés es asesinado por la policía durante un tiroteo en Claypole. "La sangre en el ojo" (2020) retoma el tema pero desde del punto de vista del hermano, quien pasó 14 años en la cárcel, y cuyo único deseo es vengarlo.

Crítica de "La sangre en el ojo", de Toia Bonina
miércoles 25 de noviembre de 2020

La sangre en el ojo, como su antecesora, está construida a través de testimonios y una multiplicidad de formatos y estilos que la convierten en un collage visual. El hilo conductor es Leo, hoy de 40 años, que tras pasar 14 en una cárcel, busca vengar la muerte de su hermano. Pero ese relato también le sirve a la realizadora para bosquejar un retrato de la persona, las contradicciones que enfrenta, la vida carcelaria y lo que lleva a convertirse en delincuente.

Como ya lo había hecho en Orione, Bonino crea un vinculo con el personaje que siempre está en perfecto equilibrio, toma distancia cuando los límites se traspasan y se acerca cuando ve una oportunidad, no lo juzga, no es su intención victimizarlo ni subirlo a un pedestal, simplemente crea puentes para que sea el espectador quien conteste las preguntas que la propuesta genera.

Lo innovador en La sangre en el ojo es el dispositivo visual elegido para mostrar un hecho vinculado a la marginalidad y la violencia donde, más allá de la alternancia de imágenes de archivo, home video, la utilización de filmaciones verticales con celulares y las escenas tanto desde el penal como de la alcaidía, muestra a Leo en la tranquilidad y el rélax de una pileta, a través de planos detalle de su cuerpo, creando cierto erotismo, mientras de su relato emerge una furia incontenible.

7.0
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