Escenas de la vida cinematográfica

Rompiente

Rompiente (2018) es un sugestivo ejercicio acerca del metalenguaje del cine donde el director Juan Schnitman explora como es puesta en escena una situación de fuerte connotación sexual entre dos jóvenes actores y un inexperto y abusivo cineasta. Se puede ver en https://vimeo.com/ondemand/rompiente

Rompiente
martes 23 de junio de 2020
Rompiente, que se filmó en una solo jornada, transcurre en un set de filmación durante el rodaje de una ficticia película llamada Las meninas, que supone el debut en la dirección del actor Juan Barberini con los protagónicos de Malena Villa y Julián Infantino. Todos se interpretan a sí mismos de la misma manera que el equipo técnico que participa. Las escenas a filmar se desarrollan en un colchón sobre el piso donde ambos actores deberán actuar una romática e íntima situación que desembocará en una relación sexual. El choque entre elenco y director no tardará en aparecer, y el caos llegará a su punto máximo cuando descubran que en realidad la cámara nunca se apagó y se registró todo lo que sucedió durante esas horas. Tras su notable debut en soledad con El incendio (2015), Juan Schnitman (que este año también estrenará Sangre, 2020) realiza una interesante aproximación al mundo del cine y los actores a través del conflicto generado desde, en apariencia, una simple escena de sexo, pero que se complica ante la falta de claridad del cineasta en transmitir lo que quiere, sumado a extraños pedidos que no habían sido pautados con anterioridad, como así también al hecho de filmar sin consentimiento todo aquello que sucede por fuera de las escenas establecidas en el plan de rodaje. La trama hace foco en la manipulación y el abuso de aquellos que tienen el poder, en este caso el director que según sus propias palabras todo lo hace por el bien de una película y sus actores, y en la victimización a la que recurren cuando ese mundo que creían tener dominado se desmorona. Lo novedoso de Rompiente, más allá de experimentar con una puesta en escena de diálogos improvisados, planos cerrados, escenas tan largas como intensas, donde muchas veces el sonido como los planos están fuera del campo auditivo y visual del espectador, insinuando más allá de dar certezas, y la utilización de una imponente banda sonora compuesta por Ryki Jaco que ayuda a romper con la tensión generada, es la manera en que elige narrar una situación de abuso sin caer en el lugar común, incomodando de una manera sutil, sin la necesidad de explicitar esa incomodidad, y apostando a un tono sarcástico y para nada adoctrinador. 
7.0
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