La muñeca

La película abre con el propio Ernst Lubitsch preparando una maqueta a escala con dos muñecos introducidos en una casa. Por corte de montaje surge de ella el protagonista de esta historia, Lancelot, un joven sin mucho interés por las mujeres a quien su tío, el acaudalado Barón de Chanterelle, le promete toda su fortuna si se casa. Perseguido por infinidad de mujeres en una paródica escena de puertas que se abren y cierran el hombre termina en un monasterio para escapar de cualquier compromiso matrimonial. Los codiciosos monjes, unos hombres gordos que no paran de comer, le proponen casarse con una muñeca de tamaño real. Pero claro, por una confusión al mejor estilo comedia de enredos, la muñeca fue suplantada por una mujer verdadera.Detrás de esta parodia, a simple vista intrascendente, se esconden varios tópicos sobre los cuales Ernst Lubitsch problematiza: las tradiciones sociales, la corrupción de la Iglesia, el rol de mujer objeto que impone la sociedad. Basta ver la imagen de esta mujer sacar la lengua de manera mecánica para comprender la estigmatización del ser humano por una sociedad alienada que olvida el factor humano. El armado de la maqueta en el inicio también (al igual que la luna dibujada y la puesta de cartón) evidencia la artificialidad del relato y con él, de los vínculos sociales naturalizados de igual manera que el lenguaje audiovisual.El genio de Ernst Lubitsch se encuentra a la altura de Fritz Lang o F.W. Murnau, siendo sus películas más conocidas las filmadas en Hollywood (donde se radicó en el año 1922) con Marlene Dietrich. Quizás por ese motivo no obtenga la misma y merecida trascendencia que sus colegas.