Robar a Rodin

En junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile descubrieron la ausencia de una millonaria escultura de Auguste Rodin, que era parte de la primera exposición del mítico escultor que se hacía en el país. Un día después, cuando el caso había tomado tintes mediáticos internacionales, un joven estudiante de arte la regresa argumentando que la había tomado como parte de un proyecto artístico para demostrar la hipótesis de que “una obra de arte estaba más presente no estando”.En los primeros minutos de Robar a Rodin la trama se centra en el hecho puramente policial con entrevistas a diferentes artistas, abogados, teóricos e incluso al propio protagonista del hecho delictivo, Luis Onfray. Todo hace pensar que estamos ante un documental clásico, con tintes detectivescos, para reconstruir el famoso robo, una idea ya vista y que transcurrido el primer cuarto de hora parece agotarse. Pero no es ese el camino por el que Valenzuela transita de ahí en más, sino que hábilmente usa el hecho como disparador para una vez adentro desarrollar la misma hipótesis que el “ladrón” quería demostrar doce años atrás. Robar a Rodin es un documental irónico que teoriza, a partir de testimonios de expertos y siempre vinculando el hecho del que parte, sobre algunas cuestiones referidas al arte contemporáneo y sus contradicciones. Sin maniqueísmos, ni manipulación, Valenzuela propone una reflexión abierta sobre el arte, los artistas y el rol que ambos cumplen en la sociedad actual, donde lo snob y el negocio parecen ser más importantes que la obra en si misma.