Los marginados

Cabros de mierda

Cabros de mierda marca el regreso de Gonzalo Justiniano, el prolífico director chileno, que en su décimo segundo largometraje utiliza filmaciones de archivo rodadas por él mismo en plena dictadura Pinochetista para contar la historia de un misionero y una familia que lo recibe en su casa.

Cabros de mierda
lunes 20 de noviembre de 2017
La película arranca con un hombre ingresando al Museo de la Memoria en Chile. Allí se encuentra con Gladys, la hija de la mujer que lo albergó en su casa treinta años atrás. Este hecho es el disparador del relato que se desarrollará en 1983 y contará la historia de Samuel (Daniel Contesse), un misionero estadounidense que irá a proclamar la palabra de Dios a La Victoria, un suburbio que resiste la dictadura.El joven se queda en la casa de Gladys (Natalia Aragonese), más conocida en el barrio como “La Francesita”, su madre y su pequeña hija, también llamadas Gladys. Allí mantienen una especie de guardería que sirve como hogar de tránsito para los pequeños cuyos padres se encuentran detenidos o sufrieron el peor de los destinos. El director de Sussy (1987) y ¿Alguien ha visto a Lupita? (2011) intercala las imágenes que él mismo registro en el barrio La Victoria tres décadas atrás. De la mano de su álter ego nos metemos en el mundo de Gladys y observamos cómo estas mujeres formaron parte de una resistencia silenciosa hasta determinado punto que no conviene adelantar al futuro espectador.Al igual que en Caluga o Menta (1990), Gonzalo Justiniano retrata a un grupo de marginados que entablan una lucha que a priori está perdida. Pero hay que destacar los pequeños momentos de humor que surgen de la cotidianeidad y la relación, construida con paciencia, que emergerá con naturalidad entre Gladys y Samuel.A primera vista, podrá achacársele a Cabros de mierda que peca por mostrar demasiado. Hay dos momentos fundamentales que podrían haberse evitado y hubieran poseído la misma fuerza dramática. Esto se puede deber a que la filmografía chilena no llego a tratar el tema de la misma manera que la nuestra, en gran parte porque la dictadura de Pinochet se mantuvo en el poder desde la caída de Allende hasta 1990. Sin embargo, la nueva película de Justiniano contiene un valor inconmensurable, ya que expone la dura realidad a la que estuvieron sometidos los olvidados, aquellos que gracias a su mirada cuentan ahora con un lugar en la historia.
7.0
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