Mar sin olas

Moana: Un mar de aventuras

Con mucha ansiedad se esperaba esta nueva producción animada de los Estudios Disney, Moana: Un mar de aventuras (Moana, 2016), no sólo porque marcaba tras Frozen, una aventura congelada (Frozen, 2013) el regreso de este tipo de films a los musicales, sino porque, principalmente, sería la primera colaboración con el premiado compositor Lin-Manuel Miranda, la mente detrás del megasuceso de Broadway Hamilton.

Moana: Un mar de aventuras
jueves 19 de enero de 2017
Pero más allá de alguna canción o número musical en particular (hit pegadizo, coreografía simple), la película, que sigue los pasos de la joven que da nombre al film y su relación particularísima con un semidios llamado Maui mientras buscan una milenaria isla (historia de pesquisa y transformación de la protagonista y su pueblo), no trae nada nuevo al panorama de animación actual.Se dice que en la recurrencia del género y en la identificación de estereotipos, es en donde el cinéfilo y el espectador puede encontrar el verdadero placer de género ante un producto de estas características, pero cuando no hay un solo aditamento que promueva el visionado, más allá, reitero, de esas escenas en las que el folclore y el pasado se unen en el discurrir de la joven, (excepto la incorporación de la abuela de la niña que con humor y su dispersión, logra elevar la propuesta en algunos pasajes), no hay mucho más para destacar del film.Moana arranca bien pequeña en la película, entrañable, bella, contemplando el mar, ese horizonte plagado de oportunidades tan vasto como el propio horizonte de expectativas que tiene por delante. Mientras juega absorbe las tradiciones de su pueblo, y las leyendas del lugar que su abuela le cuenta. Una de ellas narra cómo el peligro amenaza a los suyos, porque tras haberse enterado que el lugar en donde vive desaparecerá por un misterioso maleficio, decide embarcarse en una peligrosa misión, convencer a Maui a que devuelva a la diosa Te Fiti una piedra que le quitó hace años; motivo que generó que las islas de Hawai comiencen a desvanecerse por un extraño proceso que comprende que la flora del lugar se marchite, y con ello, la vida del lugar.La buddy movie y la road movie son el exponente de films en los que una búsqueda permite narrar además, la historia de una entrañable amistad, que claro está puede comenzar como el más conflictivo de los encuentros entre los protagonistas/antagonistas (piénsese en películas como 48 horas, Arma Mortal, o Mejor solo que mal acompañado, por citar solo algunos de estos exponentes), Moana: Un mar de aventuras se presenta como un derivado de estas con el mar como lugar para el viaje y la transformación. Y pese a esto, la película no logra superar su poco original guion, al presentarse como un producto que retrocede varios casilleros en cuanto a la calidad de la animación a la que Disney nos tiene acostumbrados.Seguramente los más pequeños disfrutarán del colorido y el confeti con el que los animadores dispusieron la acción en la pantalla, pero esta propuesta no es más que un producto de fórmula sin sazón, que naufraga a los pocos minutos de emprendido el viaje y que sólo sale a flote gracias a algún número musical.
5.0
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