El principio de todo

Las tres luces

Es sorprendente ver cómo el genio de Fritz Lang pudo anticiparse a tanto. En su gran super producción de 1921 filmada incluso antes que Metrópolis (1925), uno puede hallar varios de los recursos del lenguaje del cine recuperados en años posteriores como “novedosos”. Montaje paralelo adjudicado a David W. Griffith, trucaje visual del estilo de George Méliès pero con la poesía profunda sobre las relaciones de Charles Chaplin, y hasta la humanizada figura de la muerte tan venerada en El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman. Este hombre ya lo había hecho en 1921, a él le debemos mucho más de lo que imaginamos en materia de cine.

Las tres luces
viernes 16 de septiembre de 2016
¿Pero de qué va Las tres luces (Der müde Tod, 1921)? Un hombre (la propia Muerte) comparte una mesa con una joven y enamorada pareja en un parador. El amante masculino desaparece y luego de buscarlo desesperada la mujer descubre que se lo llevó la Muerte. Para recuperarlo recibe una extraña propuesta de su compañero de mesa: le presenta tres luces por consumirse en alusión a tres vidas humanas. Si la mujer logra salvar a una de ellas , entonces le devolverá a su marido. La película divide así su relato inicial, dando lugar a tres historias interpretadas por los mismos actores, que tendrán lugar en Bagdad, en la Venecia renacentista y en la antigua China. Son historias de amor con desenlace trágico que la mujer deberá evitar para recuperar a su amado. La épica y el amor se funden en una magnífica poesía visual.Se dice que Douglas Fairbanks compró los derechos de la película para copiarlos en El ladrón de Bagdad (Raoul Walsh, 1924) y también que la manera de fusionar imágenes inspiró la carrera de un joven Luis Buñuel. Lo cierto es que en la película hay muchos de los grandes adelantos de la historia del cine: los saltos temporales, las sobreimpresiones poético/expresivas, el cine de autor de mayor nivel, y la trascendencia como tema recurrente de un cine mudo -o silente- que invita a viajar por la imaginación.La película se produce en plena etapa del expresionismo alemán, sin embargo no abusa del recurso estético para contar la pesadilla interna que vive su personaje principal, excepto por el inmenso y vasto muro, sin entrada aparente para los mortales, que connota la textura y rugosidad del alma en quienes se apoyan en él. Sólo se hace visible lo que hay detrás de la pared si se ha recibido la visita de la Parca. El plano general sin profundidad de campo, condensa las sensaciones expresadas en la escena.El montaje paralelo que David W. Griffith hizo épico en Intolerancia (1916) contando varias historias en simultáneo en distintos tiempos y espacios son tomados con el mismo plan por Fritz Lang en esta película. Hace poco el estreno de Bajo el sol (2014) sorprendía por narrar tres historias de amor en diferentes épocas, utilizando los mismos personajes para describir el conflicto entre serbios y croatas, lo cual denota la vigencia del recurso que utilizó el director de Metrópolis ya en 1921.La figura humanizada de la Muerte, tan valorizada en la obra maestra de 1957 del sueco Ingmar Bergman, en donde un caballero de las cruzadas invitaba a la misma a una partida de ajedrez para definir su destino, también surge de este film. La posibilidad de negociar con una muerte de carne y hueso abre el paso a lo imposible y con ella a la magia del cine que logra en 1920 un nivel de altísimo desarrollo para el lenguaje cinematográfico.Pero todos estos datos son intrascendentes si pensamos en aquello que la película cuenta y trasmite: la posibilidad de desafiar a la muerte mediante el amor, la humildad, la entrega hacia el otro, dejando el egoísmo de lado. Una obra maestra fundamental del cine mudo remasterizada en excelente calidad de imagen para la última edición de la Berlinale. Mejor prenderle una vela a Fritz Lang.
10.0
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