Ballena a la vista

En el corazón del mar

Llamadlo Herman Melville. Hace unos años -no importa cuántos exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que le interesara en tierra, pensó que se iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Terminó escribiendo Moby-Dick, uno de los grandes clásicos de la literatura.

En el corazón del mar
martes 29 de diciembre de 2015
Sin duda Melville se inspiró en parte en el naufragio del Essex, un ballenero que en 1820 fue arremetido y hundido por un leviatán cetáceo. En el corazón del mar (In the Heart of the Sea, 2015), de Ron Howard, imagina el encuentro entre Melville (Ben Whishaw) y uno de los sobrevivientes del Essex, Tom Nickerson (Tom Holland de joven, Brendan Gleeson e viejo), y utiliza la entrevista a modo de marco narrativo para contar “la verdadera historia detrás del libro”.La trama propone oponer a dos personalidades fuertes: Owen Chase (Chris Hemsworth) y George Pollard (Benjamin Walker). Chase es un hombre de pueblo y un héroe de acción – apuesto, gallardo, querido por la tripulación. Pollard es un esnob friolento que procede de un renombrado linaje marítimo. Ambos desean capitanear el Essex. El puesto va para Pollard, cuya falta de tacto o mérito importa menos que su sangre azul. Chase accede a ser su contramaestre, pero no sin antes sembrar la discordia entre los dos hombres con algunas palabras que hieren el orgullo del capitán.En principio parece que la historia va a retomar el ritmo narrativo de Rush pasión y gloria (Rush, 2013) – la película anterior de Howard – y alternar entre las perspectivas de dos profesionales enemistados por el capricho. El ballenero zarpa y la riña pasivo-agresiva entre ambos comienza a poner en juego las vidas de sus tripulantes. Entonces aparece Moby Dick, o su equivalente histórico, y la partida se suspende indefinidamente. El guión olvida por completo su enemistad – la que debería ser el eje de la película – y se dedica a cubrir el terrible suplicio de los náufragos, entrando en modo docudrama.Esto no es del todo indeseable; las mejores partes de la película son las dramatizaciones de las peripecias históricas de los marineros – las tormentas, las cacerías, la amenaza del naufragio, de la deriva, la enfermedad, el canibalismo. La secuencia en que los marineros filetean un cachalote y uno de ellos entra en su hueco cadáver para extraer aceite cual minero en una cueva es espeluznante. Howard es un director que, independientemente de los guiones que elige – y no siempre elige los mejores – sabe exactamente lo que cada escena quiere lograr, y dónde poner la cámara para lograrlo. Es un gran conjurador de emoción épica, a lo Steven Spielberg, y en este aspecto su nueva película no decepciona, desplegando una gran aventura con todos los artificios de la vieja escuela. Vivimos el peso de la historia junto a los personajes. En ningún momento, no obstante, sentimos que forman parte de algo más importante que sí mismos – que hay otra cosa en juego que su supervivencia. Allí yace la mayor diferencia entre En el corazón del mar y la historia que supuestamente está gestando en la imaginación de Melville: la profundidad. La película ahonda poco y nada en problemáticas que descarta demasiado rápido o inventa demasiado tarde. No trata realmente sobre el conflicto de clases. Ni siquiera podría decirse que trata sobre la obsesión o la vanidad del hombre, que deberían ser temas obvios a la hora de adaptar Moby-Dick, o pretender inspirarla.
7.0
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