Sobre formas y contenidos

Historias Breves 11

Celebrando los 20 años desde la aparición de Historias Breves (1995) , film colectivo que reúne una serie de cortos de nuevos directores, se estrena la onceava edición, un documental conmemorativo y se edita un libro. Además, durante toda la semana se exhibirá la antología completa.

Historias Breves 11
jueves 10 de septiembre de 2015
Resulta llamativo que después de aquellos primeros Historias Breves del que salieron directores consagrados como Lucrecia Martel, Daniel Burman, Jorge Gaggero, Sandra Gugliotta, Pablo Trapero, Israel Adrián Caetano, Ulises Rosell y Bruno Stagnaro, nunca más haya trascendido nadie, salvo contadas excepciones. Los casos más cercanos son el de Laura Citarella (que años más tarde filmó Ostende y recientemente La mujer de los perros) o Mónica Lairana y Lucas Santa Ana (ambos se encuentran en la preproducción de sus largos), pero del resto nunca más se tuvo noticia alguna. También es cierto que el nivel de esas primeras ediciones no se volvió a repetir y que hoy pueden verse cortos muy superiores por fuera de los Historias Breves, a pesar de contar con muchos menos recursos técnicos y económicos. En las últimas ediciones los trabajos siempre fueron correctos, pero no más de dos o tres los que se destacaron por encima del resto. Y esto vuelve a repetirse en Historias Breves 11 (2015). Compuesto por ocho cortos, muy disimiles entre sí, a priori se ve que hay una mayor preponderancia a la forma que al contenido. Los directores están más preocupados por donde poner la cámara, cuán raro es el encuadre, o la estética visual, que por contar algo. Y esto no tiene nada que ver con que si es narrativo o no sino con que da la sensación que la preocupación pasa por lo técnico y no por lo artístico. Viene sucediendo que en los Historias Breves uno siempre encuentra un nexo que une a todos los trabajos y en esta edición pareciera ser que la relación tiene que ver con el silencio. Salvo en El inicio de Fabrizio, el resto de los trabajos están dominados por silencios literales o implícitos, donde los personajes callan por diferentes motivos, hablan otros idiomas, o directamente carecen de diálogos. Lo más interesante de Historias Breves 11 es El chicho, donde Leandro Suiliá Leiton narra la historia de la venganza de un hombre sobre el asesino de su perro en un inhóspito y desolado paraje cuyano. Con una puesta donde predomina la sutileza y una narración cargada de lirismo, el novel realizador logra que su trabajo sobresalga de los lugares comunes y clisés a los que habitualmente se recurre en este tipo de historias. Otro corto interesante resulta La iniciación de Fabrizio, un relato adolescente en donde el Fabrizío del título debe ingeniárselas para poder tener su ansiado debut sexual. Contada en tono de comedia, descomprime la densidad y carencia narrativa de sus antecesoras, pese a que por momentos cae en la estructura de un comercial-videoclip, la frescura de sus diálogos, el dinamismo narrativo, la cuidada dirección de Mariano Biasín y la simpatía e inocencia de sus jóvenes actores logran que una historia simple y sin pretensiones se vuelva de lo mejor del conjunto. Dignos y correctos, pero no mucho más, resultan Tupasÿ, de Alejandro Nakano, una historia hablada en guaraní, que revela a partir de un juego de niños una serie de problemáticas y desafíos culturales, y De vuelta, de Mara Pescio, un melodrama ruso donde la cámara jugará un rol especial.La nueva entrega de esta película colectiva se completa con los cortometrajes Breve historia en el planeta, film de ciencia ficción de Cristian Jesús Ponce; Deolinda, de Ana Pelichotti, una venganza que funciona como una secuela (bastante bizarra) de la historia de la difunta Correa; Sundaram , de Agustín Cuello, y Firpo, de Fernando Caneda, claro ejemplo de gran despliegue visual contrapuesto con una carencia narrativa incomprensible.
5.0
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