El transportador está furioso

Rapidos y furiosos 7

Para que toda película de acción funcione y quede en la retina del espectador, debe contar con al menos un par de escenas de acción memorables. Rapidos y furiosos 7 (Fast & Furious 7, 2015) tiene varias: autos que caen en paracaídas, que atraviesan rascacielos, que esquivan drones…y siguen andando. Porque si hay algo que esta saga no intenta, es ser realista, sigue al pie de la letra los cánones del espectáculo cinematográfico (con reminiscencias a la publicidad y al videoclip). Y mal no lo hace.

Rapidos y furiosos 7
martes 07 de abril de 2015
La séptima parte de la saga, la lobizona, que tiene a Jason Statham (El transportador) en el papel del villano, iba a estrenarse el pasado año pero la muerte de uno de sus protagonistas, Paul Walker, lo impidió. Hubo que reescribir el guion, pos producir mucho para que esa falta se disimule y justifique argumentalmente. La cuestión es que el tipo aparece en pantalla toda la peli y es uno de los héroes –como en sus predecesoras- de la historia.Como buen cine de acción, el argumento no debe ser complicado, y debe tocar fibras sensibles de la –primitiva- naturaleza humana. Acá tenemos una historia de venganza que amenaza con desarmar una familia ¿Qué más básico y funcional que eso? La de Deckard Shaw (Statham) que jura vengar a su hermano eliminando uno a uno al clan Taretto (Vin Diesel). Y la de Dominic Taretto que, tras ver herido a Hobbs (Dwayne Johnson) articulará su propia venganza contra el compañero de Stallone en Los Indestructibles (The expendables, 2010). En el medio aparece un peso pesado de antaño, Kurt Russell, como el jefe de una operación encubierta, y los ya conocidos de siempre.Rapidos y furiosos 7 tiene mucho de Los Indestructibles, y también de The Avengers: Los vengadores (The avengers, 2012). Esa idea de grupo de amigos ultra poderosos apoyándose en grandes batallas con edificios demorándose a su alrededor. Sólo que aquí la acción sucede sobre ruedas: Persecuciones en bosques, desierto, avenidas de Dubai, California, Tokio, etc.; para construir la épica que supere a la floja sexta entrega aunque nunca podrán igualar a la genial aventura de Río de Janeiro.Una estética publicitaria, ritmo clipero y escenas de acción muy bien coreografiadas (con cámaras que giran 360 grados) completan una película potente para el género, con personajes que se reparten frases matadoras, disfrutable y olvidable a la vez. Estamos frente al más clásico cine pochoclero, efectivo y efectista, pero que funciona en su sentido de espectáculo. Sino sólo ver la escena en la que el auto con los protagonistas abordo, atraviesan el ventanal de un rascacielos y entran en una sala cargada de obras de arte que, con la furia del auto y su motor, destruyen a su pasar. El arte derribado por la potencia del cine de Hollywood, ni más ni menos.
6.0
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