El Bella Vista

El Bella Vista era un mítico club del pueblo uruguayo de Durazno que por razones económicas fue vendido para instalar allí un prostíbulo de travestis. Pero la oposición de los vecinos del lugar y un fallo judicial hacen que el club sea recuperado por una falsa comisión para luego ser cedido a una organización religiosa.La directora reconstruye la historia a partir de una clara puesta en escena (hay indicios de que es así) en donde los mismos protagonistas vuelven a ser partícipes de una historia llena de exclusiones y prejuicios. El Bella Vista es mucho más que la historia que a priori se ve. Es un relato que habla sobre el odio y el amor. Un odio manifiesto en  la intolerancia a lo diferente. Pero que en contrapartida también habla del amor que a pesar de todo está.Hay un odio manifiesto puesto en aquellos que discriminan a los travestis por el sólo hecho de serlo y que con un pensamiento machista, lleno de prejuicios contradictorios, quieren expulsarlos del lugar. Y no para recuperar el club sino por razones que tienen más que ver con una falsa moral que con otra cosa. Llama la atención como muchos de los mismos personajes que quieren destruir el lugar por considerarlo inmoral son los que frecuentan al prostíbulo o tienen alguna relación con alguna de las trabajadoras. Pero, a pesar del odio, en contrapartida también hay amor. Está el amor de una madre a su hijo adoptivo, el de una prostituta por su cliente, o el de un hincha por la camiseta. El Bella Vista es un hibrido entre la ficción y el documental que, de la misma manera que lo hace Porfirio (2011), rompe los límites entre lo real y la fantasía, para contar una historia sobre travestis, futbolistas y catequistas capaces de ser salvados y condenados por una falsa moral. Aunque la historia esté contada en otro plano.