Crítica de "Futuro perfecto": Película imperfecta

Mariano Galperín es un director atípico de la cinematografía actual, sus trabajos anteriores "1000 Boomerangs" (1994) y "Chicos ricos" (2000) mantenían mas los clichés del cine publicitario que del nuevo cine argentino. Recién en "El delantal de Lili" (2004) hay un crecimiento narrativo de su parte, progreso que se convierte en retroceso en "Futuro perfecto" (2008), su cuarta película.

Crítica de "Futuro perfecto": Película imperfecta
viernes 22 de julio de 2011

Gastón, interpretado por Guillermo Pfening, reside en Buenos Aires junto a Daniela. Cuando Daniela descubre que está embarazada, una llamada telefónica obliga a Gastón a viajar a Punta del Este para finalizar un negocio inmobiliario. Sin embargo, este viaje no es meramente por cuestiones de negocios; es una huida que marca el cierre de la historia de un personaje en busca de redención tras un pasado trágico, aspirando así a un futuro ideal.

Futuro Perfecto parte de una premisa intrigante que, lamentablemente, se desvanece ante la incoherencia de sus diálogos vacíos e incompatibles, generando una situación cómica a pesar del intento de transmitir un tono dramático. Mariano Galperín, el director, opta por una estética fotográfica que hace uso intensivo de primeros planos, planos detalle y planos generales, con una fotografía luminosa y un cuidado por el sonido ambiente en primer plano (como el mar y el viento). Además, utiliza el montaje alternado para entrelazar dos líneas temporales, pasado y presente, generando un caos en las leyes del tiempo. Un detalle crucial es una escena en la que los personajes se encuentran perdidos en un auto y, mediante un movimiento brusco de cámara, se revela que solo hay una persona dentro del vehículo. Este detalle es fundamental para comprender la narrativa, ya que si se pasa por alto, el espectador podría perderse por completo.

Guillermo Pfening, un actor en ascenso desde su protagónico en Nacido y Criado (2006), ofrece una actuación destacada a pesar de los parlamentos indefendibles. Por otro lado, Pablo Ini y Sebastián Borenztein caen en estereotipos, dejando a sus personajes en una situación de ridículo. En cuanto a la dirección de Galperín, hay una contradicción evidente entre lo que se muestra y lo que se cuenta, donde forma y contenido no logran armonizarse. Aunque la película presenta una forma rigurosamente correcta, cuidada en cada mínimo detalle, su contenido deja mucho que desear, lo cual es una lástima considerando la solidez de la idea inicial.

4.0
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