Lo que perdimos en el camino

Luego de que asesinan a su esposo, y al quedar sola con sus dos pequeños hijos, Audrey repentinamente decide invitar a quién era el mejor amigo de su cónyuge a vivir con ellos para ayudarlos a superar su pérdida. Pero lo que la joven viuda nunca imaginó es que, al recibir el apoyo de Jerry, le iba a ser inevitable acompañarlo en la superación de su adicción.La directora Susanne Bier refleja en la pantalla un drama en el que juega con el paso del tiempo, intercalando imágenes del presente y del pasado, para dar testimonio de la amargura que habita en el hogar de Audrey y sus hijos desde la tragedia, y luego retroceder en el tiempo, para contrastarlo con la antigua vida de la familia Burke, que no esta lejos de lo que cualquiera podría etiquetar como una vida perfecta.Es luego del homicidio de su esposo, cuando el mundo de Audrey comienza a derrumbarse, llegando incluso a convencerla de que nunca volverá a alcanzar la felicidad. Ese mismo crimen, si bien no da inicio a la desgracia de Jerry, la acentúa aun más, ya que ocasiona la pérdida de la única persona que lo acompañaba en su lucha contra las drogas. Los dos personajes masculinos planteados presentan una dualidad como la antes destacada entre pasado y presente, entre oscuridad y luz. Brian (David Duchovny) es un excelente esposo, padre y amigo, cuya muerte es tan injusta como heroica, mientras que Jerry es un hombre desocupado que no puede combatir su adicción a las drogas.Por su parte, el protagónico femenino del cual es responsable Berry, encarna una transformación tan rápida como incomprensible con respecto a Jerry, ya que el hombre pasó de provocarle un enorme odio, siendo además el causante en el pasado de múltiples peleas con su marido, al despertar en ella una devoción muy parecida a la que le provocaba al difunto, y que la ayuda en su dura rehabilitación.El componente amoroso que uno espera encontrar en un drama -y que un principio puede especularse como la razón del repentino cambio de Audrey con el personaje que se obtiene de la excelente actuación de Benicio Del Toro- se hace presente en una escena particular y en un par de miradas que cruzan entre sí los personajes, pero es un pasaje breve que no llega a profundizarse, ya que el sentimiento que gobierna entre ellos parece ser de puro compañerismo.Son dos horas que la pantalla no sólo muestra una secuencia de imágenes en las que se plasman a la perfección los desafíos que ponen a prueba a los protagonistas, sino que también transmite la tristeza que atraviesa a los protagonistas, cuyo reflejo es imposible que el espectador esquive.