Parodiando a Hollywood

Una Guerra de Película

No siempre cuando Hollywood se ríe de sí mismo lo hace con inteligencia. En Una Guerra de Película, el actor y aquí también guionista y director Ben Stiller nos entrega una sátira que arroja munición gruesa sobre el patriotismo, el espíritu bélico, las películas de guerra, y la banalidad de la industria cinematográfica actual.

Una Guerra de Película
jueves 22 de julio de 2010
El film comienza parodiando el estilo ampuloso y ramplón de los traillers, ese sub-género que la industria de cine nos entrega una y otra vez que asistimos a una sala. Más tarde los intérpretes de las películas promocionadas se revelarán como los protagonistas de otra película que se está filmando, basada en una novela de guerra (¿Se acuerdan de Salvando al soldado Ryan?). Clisés de sí mismos, cada uno de ellos (con Stiller, Jack Black, y un Robert Downey Jr. Negro a la cabeza) aporta toda la comicidad en un sinfín de escenas absurdas, con un humor físico, negro, y netamente político.Stiller ya había demostrado una afinidad con la dirección de actores en la subvalorada The cable guy, corrosivo film que tenía a Jim Carrey como un tipo insoportable. Pero mientras allí el gran trabajo actoral era básicamente notable tanto en Carrey como en Matthew Broderick, en el universo caótico de Zoolander Stiller –aún acudiendo a una dupla protagónica- el humor se resolvía en varios momentos a través de escenas con muchos actores. Es el mundo caótico el que a Stiller le sienta bien cuando quiere hacernos reír.El caos –en el universo de Una Guerra de Película- comienza cuando las cosas se le van de las manos al realizador de ese film. Y entonces decide tomar distancia de los actores, poner cámaras que éstos no puedan ver, y tratar de conseguir así todo la verosimilitud posible. Pero no cuenta con que en esa selva no están solos... Como bonus track hay un Tom Cruise irreconocible cuyo mérito en la película excede esa facultad “camaleónica” lograda a través del maquillaje. Su presencia está a la altura del trío protagónico. También está Nick Nolte dando unos cuantos saltos. La fragmentación es la mayor virtud y defecto de Una Guerra de Película, no todos los chistes son igual de graciosos, y no todas la secuencias suman novedad. Sería imposible imaginar una película “cerrada”, compacta, perfecta. Justamente, porque su mayor gracia está en el caos que la funda, en la celebración de lo grotesco, en la munición gruesa con la que dinamita la trivialidad de la industria. Todo eso en pos de extraernos unas cuantas carcajadas. Lo cual no es poco.
8.0
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