Crítica de "Aquel querido mes de agosto": Miguel Gomes entre lo simple y lo banal

La segunda película del portugués Miguel Gomes (A cara que mereces, 2004), que se alzó con el premio mayor de la última edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), transita los límites entre la ficción y el documental de un modo único e imperceptible.

Crítica de "Aquel querido mes de agosto": Miguel Gomes entre lo simple y lo banal
martes 02 de marzo de 2010

El director se traslada a Arganil, en Portugal, para filmar un documental sobre un grupo de música popular integrado por padre, tío y sobrino. Entre procesiones, fiestas, canciones, música, paisajes y problemas de rodaje, los minutos transcurren casi inadvertidamente hasta que emerge una historia de amor, con triángulo amoroso incluido. Miguel Gomes esboza de manera compleja pero a la vez casual dos películas en una, sin perder la lógica del relato. Un documental que se transforma en melodrama, bellas canciones que desembocan en un conflicto familiar, y un rodaje complicado.

La verdadera magia de este film reside en el constante juego entre lo real y lo ficticio, dejando al espectador en la incertidumbre sobre si lo que se está viendo forma parte de la realidad o de una puesta en escena. La poética del film se encuentra en su despojada puesta en escena: diálogos banales, cierta cursilería en las canciones y una historia mínima pero contundente se transforman en una celebración cinematográfica gracias a la maestría de Gomes para transitar por los complejos caminos de la simpleza y crear una historia de extrema singularidad.

Aquel querido mes de agosto (2008) es una obra que rompe con la estructura del clasicismo y nos presenta una nueva forma de estructurar un relato cinematográfico, donde realidad y ficción se entrelazan para mostrarnos una película donde los límites se desdibujan.

8.0
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