El Efecto de lo Real

El curioso caso de Benjamin Button

No es difícil imaginar por qué el nuevo film de David Fincher tiene todas las chances de llevarse el Oscar a la Mejor Película.  De duración amplia, transcurre en varias épocas y tiene un tono entre solemne y sentimentalista.  Se trata –en efecto- de un film ambicioso, con un elaborado y excelso diseño de producción.

El curioso caso de Benjamin Button
viernes 12 de junio de 2009
A diferencia de su logrado film anterior (Zodíaco), en donde Fincher optaba por un ejercicio de estilo propio de los policiales de los ’70, en El curioso caso de Benjamín Button el realizador se encuentra con una premisa que bordea por sí misma los límites de lo inverosímil: un hombre que nace con todos los síntomas de un anciano y que vivirá toda su vida “rejuveneciendo” hasta terminar sus días como un recién nacido.  Aquí el abordaje estético es distinto, pero tampoco es funcional a las exigencias inherentes a tal premisa.  A saber: en todo el relato prevalece una tensión por construir un efecto de realismo, mientras que la fábula pareciera escurrirse por un romanticismo que no termina nunca de ser convincente.  Y si no lo consigue, es precisamente porque la película se adscribe a un historicismo que oficia de marco (la Segunda Guerra Mundial, sobre todo) pero que le resta espesor dramático a la historia central: el romance de Benjamin Button (Brad Pitt) con la bailarina compuesta por Cate Blanchett. Ese historicismo casi lúdico era mejor explotado en Forrest Gump, otro film oscarizable.  Aquí nuevamente está el Sur, con sus contradicciones y sus conflictos étnicos.  El Sur como síntesis de la tensión entre lo religioso y lo profano.  En esa senda, la elección del lugar en donde el personaje vive la mayor parte de su vida (desde el abandono del padre hasta el final de sus días) es correcto, si bien el film no elude cierto “pintoresquismo” que resulta forzado. Los personajes secundarios no alcanzan a tener una presencia consistente.  Más bien parecen justificar su existencia en el argumento como modo de contraponer su reloj biológico invertido con el que carga el personaje central.  Hay relatos incrustados que reflexionan sobre la materialidad del tiempo, hay un notable uso del maquillaje y una puesta en escena que responde a la profesionalidad de Fincher.  Pero se percibe una falta de comunión entre el campo semántico y la historia, relación que en manos de Tim Burton hubiera conseguido mejores resultados.  Pero esa es otra película.
4.0
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