Entre el frío y la pasión

Felicitas

Poco transitado por la cinematografía vernácula, el género épico-romántico tiene en Felicitas a un vacuo exponente que no logra transmitir la pasión de un romance prohibido y resulta incapaz de generar empatía con la protagonista.

Felicitas
martes 09 de junio de 2009
La mujer homónima del título es la hija de un acaudalado hancedado porteño de mediados del siglo XIX que, atada a los caprichos (y negocios) paternos, deberá casarse con un socio de su padre que la triplica en edad, Martín de Álzaga (Luis Brandoni). Pero ella no olvida a su amor de la adolescencia, Enrique (Gonzalo Heredia), quien partió a la guerra tratando de olvidarla.Los minutos iniciales del cuarto largometraje de Teresa Costantini  resultan por demás auspiciosos. Allí, la directora de El amor y la ciudad genera, con escasos elementos un clima sensorial y de ensueño: Una flor blanca sometida a los caprichos del viento, los finos dedos de una joven que recorren el contorno de un duro cuerpo masculino, un par ojos que miran enamorados hacia el fuera de campo, carnosos labios que se curvan suavemente y muestran una sonrisa perfecta; primeros planos y silencio. Suficiente para retratar el romanticismo y la ternura del un lúdico amor, la exploración mutua entre dos adolescentes.Sin embargo, el desarrollo avanza y poco queda de ese candor. Felicitas (película) se diluye en la intrascendencia de un guión al que le sobran parlamentos y Felicitas (personaje) se desmorona por la falta de garra, tesón y fibra de Sabrina Garciarena, una bellísima mujer, de rostro angelical y preciosamente cinematográfico, pero que no tiene la personalidad y el oficio suficiente para cargar con el protagonismo absoluto del relato.Costantini cuenta desapasionadamente la historia de una pasión, elemento clave en una narración cuyo eje es el deseo reprimido por años. Cuando el acto sexual, sanguíneo, impulso e irracional, finalmente se concreta, la despersonalizada cámara lo muestra con frialdad y lejanía, como si eso que ocurre en esa habitación fuera ajena a ella. Los últimos jirones de Felicitas terminan por deshilacharse en la última escena. Es la gélida muerte del personaje...y de la película.
4.0
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