2023-05-26

HBO Max

Crítica de "Pasaje al paraíso", Julia Roberts y George Clooney como perros y gatos

La trama se centra en Georgia (Julia Roberts) y David (George Clooney), una pareja divorciada que se lleva como perros y gatos. A pesar de haber intentado salvar su matrimonio en el pasado, ambos han seguido caminos separados: David se ha quedado anclado en el pasado, mientras que Georgia ha enfocado su energía en su carrera y en disfrutar de compañías masculinas. A medida que su hija Lily (Katlin Denver) se gradúa y decide viajar a Bali con su amiga, Georgia y David creen que finalmente podrán alejarse el uno del otro. Sin embargo, reciben una noticia inesperada a través de un correo electrónico: Lily planea casarse con un joven llamado Gede (Maxime Bouttier) que ha conocido en Bali, donde se dedica a cultivar algas marinas.

Pasaje al paraíso nos brinda una visión visualmente cautivadora de un paraíso terrenal en Tailandia, pero en ocasiones la trama se siente apresurada y podría profundizar más en la exploración de este entorno paradisíaco. Aunque la historia central y las dinámicas de los personajes son importantes, uno anhela una mayor inmersión en la belleza y la esencia del lugar, que se presenta como otro personaje relevante en la trama.

Aunque Julia Roberts y George Clooney logran una química innegable en pantalla, lamentablemente no se alcanza el mismo nivel de conexión con el elenco joven, especialmente con la pareja formada por Lily y su nuevo amor Gede. Esta desconexión y falta de emoción entre los personajes obstaculiza la capacidad del espectador para desear verlos juntos y experimentar un romance convincente.

Los eventos y las relaciones amorosas se desenvuelven de manera obvia, sin brindar oportunidades para que los espectadores se sumerjan por completo en la historia. Como resultado, se niega la emoción y el suspenso que podrían haber enriquecido la experiencia cinematográfica.

Esta falta de originalidad y previsibilidad en el entramado narrativo también afecta la capacidad de la película para cautivar al público. Los momentos que podrían haber sido emocionantes o inesperados se vuelven superficiales y carecen de impacto. El espectador se encuentra en una posición pasiva, sin experimentar la misma inmersión emocional que se esperaría de una historia romántica.

 

 

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