2018-02-26

La agonía de la espera

Morir

No hay lugar para dudar en este film de Fernando Franco. Luis le confiesa a Marta que está enfermo. Desde ese momento, la vida de ambos cambiará. Los personajes se verán expuestos a la realidad, donde veremos (ahí en las malas) de qué tipo de madera está hecha la pareja.Si bien la idea de plantear un tema como la lenta agonía de la muerte, hospitales y tubos respiratorios es arriesgada, el director toma sus recaudos para cuidar que el relato no se pierda en ojos lacrimógenos. Por ejemplo, gracias a los silencios atroces que invaden cada rincón de la casa de verano, seremos capaces de apreciar que curiosamente tanto muerte, como soledad, pueden ser representadas por el mismo elemento. Muchas veces se desata el debate sobre cómo usar los silencios en el cine. Esto sucede porque el mismo parece autodefinirse como un arma de doble filo. Es decir, herramienta capaz de generar un momento profundo y reflexivo, o de caer en el más incoherente de los llamados “baches”. Aquí, Franco parece estar más cerca de lo primero que lo segundo.A su vez, el joven matrimonio decide encerrarse sobre sí mismo y no ventilar el problema. Este buen hallazgo de realización permite trabajar sobre los actores, y explorar hasta el fondo todos los rasgos humanos de los personajes. Por ello encontramos varios ángulos en los que se basa la historia; el miedo ante la víspera de la muerte, la dificultad de relacionarse durante el triste evento, y sobre todo, la elasticidad de las actuaciones.Marian Álvarez y Andrés Gertrúdix están a tono en este guion que desafía al amor constantemente. Dos escenas son esenciales en el film, ambas interpretadas por Álvarez. Reacciones humanas, salidas, el intento por escapar de la taciturna realidad que cada vez se pone más oscura.
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