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Crítica de “El placer es mío”: Sacha Amaral nos sumerge en los abismos de la vida contemporánea

“El placer es mío" (2024), dirigida por el brasileño afincado en Argentina Sacha Amaral, se adentra en los rincones oscuros y a menudo desconcertantes de la vida urbana contemporánea. En el núcleo de esta narrativa se encuentra Antonio (Max Suen), un personaje complejo que se mueve en los límites de la moralidad, dedicándose a la venta de marihuana y manipulando a aquellos que conoce a través de aplicaciones de citas para su beneficio personal.

Crítica de “El placer es mío”: Sacha Amaral nos sumerge en los abismos de la vida contemporánea
martes 23 de abril de 2024

Desde su inicio, El placer es mío establece un tono sombrío y perturbador, reflejado no solo en las acciones de Antonio, sino también en su relación conflictiva con su madre, interpretada por Katja Alemann. Este conflicto interno se convierte en el motor de su búsqueda de escapismo, llevándolo en un viaje sin retorno a través del placer propio y ajeno. Antonio teje una red de engaños que lo conduce a oscuros territorios emocionales y morales.

Max Suen captura la complejidad y la ambigüedad del personaje con una intensidad tangible. Su capacidad de adaptación se alinean perfectamente con la energía cruda y urbana que impregna la trama. Mientras tanto, la dirección de Sacha Amaral es notable en la construcción de cada escena, meticulosamente elaborada para transmitir una sensación de urgencia y autenticidad.

La película despliega un ritmo vertiginoso, alternando hábilmente entre momentos de calma tensa que actúan como una suerte de diálogo visual, revelando la complejidad de la violencia latente. Este enfoque profundiza en las dinámicas sociales y emocionales, sumergiendo al espectador en un viaje visceral a través de los aspectos más sombríos de la condición humana.

El elenco secundario, conformado por talentos como Katja Alemann, Sofía Palomino, José Vicente Orozco, Vladimir Durán y Anabella Bacigalupo, entre otros, no solo complementa la actuación de Max Suen, sino que también enriquece la trama con capas de complejidad y profundidad. Cada uno de estos actores aporta una dimensión distintiva, dando vida a personajes que reflejan las diversas facetas de la sociedad contemporánea, las cuales se entrelazan hábilmente con la narrativa principal.

El placer es mío trasciende las convenciones narrativas al ofrecer una mirada cruda y sin concesiones a los rincones más oscuros de la vida en la sociedad contemporánea. Amaral construye una obra que cautiva tanto visual como emocionalmente, con una atención meticulosa al detalle que sumerge al espectador en un mundo de tensiones y complejidades morales, incitando a reflexionar profundamente sobre la naturaleza humana.

7.0
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