Crítica de "La maldición del guapo": Dos pícaros sinvergüenzas

La nueva película de Beda Docampo Feijóo (Amores locos), "La maldición del guapo" (2020), marca no solo el regreso a la pantalla de uno de los grandes directores del cine argentino, sino que además suma su ingreso al género de la comedia, rubro que hasta el momento le había sido ajeno.

Crítica de "La maldición del guapo": Dos pícaros sinvergüenzas
lunes 17 de agosto de 2020

El debut es espectacular, con una elegante historia filmada en España que derrocha detalles de producción y escenarios lujosos para realzar la cautivadora trama centrada en las estafas, que sirven como eje central y catalizador de todo, junto con el entrañable y a la vez imposible vínculo entre un padre y su hijo como excusa narrativa.

En los primeros compases de La maldición del guapo, nos encontramos con Humberto (interpretado por Gonzalo de Castro), un desenfadado personaje al que se podría imaginar conversando incluso con los objetos a su alrededor debido a su singular carisma. Beda Docampo Feijóo aprovecha esta oportunidad para describirlo de manera precisa, consciente de que gran parte del éxito de la película reposará en su interpretación. Humberto es presentado como un seductor bon vivant que oculta secretos bajo su apariencia, pero que sabe desenvolverse hábilmente entre sus propias mentiras. La cálida interpretación de Gonzalo de Castro, con su porteño exiliado por obligación, ofrece un convincente ejercicio de imitación de acento y frescura actoral.

Por otro lado, tenemos a Jorge (interpretado por Juan Grandinetti), un joven empleado de una joyería que se ve envuelto en un desafortunado robo perpetrado por dos mujeres frente a sus propios ojos. Este incidente implica la pérdida de unos aros valuados en una suma que Jorge ni siquiera puede soñar con pagar en mucho tiempo. Ante esta situación desesperada, se ve obligado a recurrir a su padre, con quien no ha hablado en años, en busca de ayuda financiera. Sin embargo, lo que comienza como un pedido de ayuda se transforma en la reconexión de un vínculo padre e hijo que ambos habían decidido cortar hace tiempo.

A partir de este reencuentro entre Jorge y Humberto, La maldición del guapo adopta un estilo cinematográfico que combina humor, gags, confrontaciones y elaborados planes de "robo" o "estafa", construyendo un universo peculiar con reglas bien definidas. Para enriquecer aún más la trama, el inteligente guión introduce una serie de personajes secundarios que gravitan alrededor de los protagonistas: la astuta jefa de Jorge, una camarera que intenta seducir a Humberto, una jefa de seguridad vigilante, otra joven coqueta que se relaciona con ambos, y un amigo de toda la vida del protagonista con un pasado vinculado a los servicios, que se une a padre e hijo en su intento por resolver sus problemas.

La película se beneficia de una cuidada paleta de colores, un vestuario que dota de lujo y estilo a los personajes, y unas locaciones imponentes que reflejan el microcosmos de la alta sociedad en el que se desenvuelven para cerrar sus negocios. Este debut en la comedia demuestra el talento del director, quien con más de 50 guiones en su haber y numerosos éxitos dirigiendo sus propias historias, logra capturar con precisión las complejidades y giros necesarios en este probado y efectivo subgénero.

7.0
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