La lavandería

El texto que se lee al comienzo pregona lo que veremos después “basada en secretos reales”. La palabra secreto intercambiada por suceso anuncia la razón de ser de estas empresas fantasmas: esconder el dinero para no tener que declararlo y menos pagar impuestos por él. La explicación de los dueños de Mossack Fonseca, el abogado alemán Jürgen Mossack y su socio panameño Ramón Fonseca (Gary Oldman y Antonio Banderas), es didáctica y ayuda a que el público sin asesoramiento contable o judicial, comprenda de qué se está hablando.Rápidamente se da paso a la historia principal, la de Ellen (Meryl Streep), una jubilada que en excursión con otros jubilados, pierde a su esposo cuando el barco del tour sufre un accidente. A la hora de las responsabilidades legales y el resarcimiento económico, tanto la jubilada como el dueño del barco se enteran de que sus aseguradoras no existen, que le aportaron a una entidad fantasma. Obsesionada con entender la situación, la señora emprende una investigación hasta dar con los responsables.Otra de las historias presenta a Malchus Boncamper (Jeffrey Wright), que fue el director de más de 40 empresas de Mossack Fonseca y tenía una doble vida entre Panamá y Miami que sale a la luz cuando entra en conflicto de herencias con sus “títulos” para su hija y mujer. Por otro lado, en tierras asiáticas una millonaria China intimida a un empresario que intenta extorsionarla con sus bienes. Otro episodio tiene a Hannah (Sharon Stone), una vendedora de condominios en Las Vegas que no puede develar la entidad de sus clientes.La lavandería (The Laundromat, 2019) adapta el libro Secrecy World, y con su tono burlón, denuncia los paraísos fiscales y escándalos de corrupción tan mencionados en los medios. Lo mejor de este film que compitió por el León de Oro en Venecia es su reconocido elenco mientras que lo peor, es que todo queda supeditado al argumento, no hay prácticamente subtexto alguno detrás de La lavandería. Un cuentito simpático y nada más.