2017-11-24

Crítica de "Un viaje a la luna", un conflicto galáctico con Ángelo Mutti Spinetta

Tomás es un chico introvertido acosado por los niños más grandes de su colegio, que está obsesionado con la astronomía. Tiene una familia disfuncional (Leticia Brédice y Germán Palacios son sus padres), una vecina atractiva (Ángela Torres) y un trauma que lo aqueja de la niñez (Luis Machín es su psiquiatra), condimentos de esta historia de iniciación personal.La película empieza con ritmo y frescura que inyecta carisma en su estética y personajes. Pero rápidamente cae en el letargo, al irse oscureciendo y enroscando en sus propias ideas sin poder desarrollarlas ni desde la comedia ni desde lo sensorial.

El guión fuerza los momentos de catarsis de Tomás para desplegar emociones de manera expresionista. Pero el mayor problema es que el tono del relato da un giro desde la estudiantina naif, con toques de adolescentes que parecen salidos de Stranger Things, hacia el drama traumático donde la ciencia ficción y su mentado viaje a la luna, aparecen como metáfora obvia que no termina de conectar con la historia que se venía desarrollando hasta entonces.

El factor cómico, tan explotado en propuestas de gama comercial, se pierde y aparecen las culpas familiares como principal conflicto a solucionar. Tanto la novia como su relación social con el mundo, pasan a ser satélites para una película que intentó por todos los caminos llegar a la luna sin importar bien el cómo hacerlo.

Un viaje a la luna (2017) es despareja. Comienza bien pero parece no confiar en sus propios cimentos y decide derribarlos hacia nuevos horizontes. En esa cambio de tono y registro pierde el hilo de lo que estaba contando para dejar el encantador relato de iniciación y volverse sórdida para nunca más retornar por las senda planteada en el inicio. Algunas veces, el viaje a la luna es sólo de ida.

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