Crítica de "El abstracto de la música": Julián Lona y el viaje de Babasónicos por Europa

Me gusta descubrir nuevos talentos en el cine argentino, especialmente aquellos con una estética personal distintiva. Aunque Juli tiene una trayectoria extensa en el ámbito musical underground, aún no ha dirigido un largometraje, lo cual es una lástima.

Conocí a Julián hace años cuando se acercó a mí tras el estreno de Bohemia, mi película biográfica sobre el disco "Bohemio" de Andrés Calamaro, y desde entonces hemos mantenido una conversación constante sobre nuestras obras. Mi primera incursión detrás de la cámara fue filmando el primer documental sobre Babasónicos, titulado Gratis, en 2007. Han pasado muchos años desde entonces, y el nuevo documental  supera con creces el material visual de mis primeros trabajos.

A nivel periodístico, El abstracto de la música muestra a los Babasónicos tocando en Tel Aviv días antes de que estallara la guerra. Sin embargo, al tratarse de una obra autoral, el contexto geográfico pasa a un segundo plano, y lo que realmente importa es la eterna cadencia de la obra. Hay tantos momentos memorables que el espectador podría guardarlos como feed de Instagram.

Diego Tuñon parece desempeñar un papel clave en la narrativa del documental. Su influencia como músico en los últimos 30 años del rock argentino es innegable. La parcimonia y la propuesta de las angulaciones son aspectos destacados, así como el tratamiento del público por parte de Lona, que es único en su estilo. La idea del "abstracto" y la abstracción sonora son abordadas de manera fabulosa, todo enriqueciendo la visión autoral de Lona.

En términos discursivos, siento que Tuñon es el músico más relevante en el camino actual de la banda. Aunque, como él mismo ha dicho, "Babasónicos es un trabajo en equipo". Últimamente, el liderazgo parece surgir especialmente desde la clave de producción del teclado, lo cual no es casualidad que inspire el nombre del documental, ni tampoco la estética electrónica que recuerda a la movida mancuerna de los años 80.

Desde el afiche hasta la gráfica, todo parece cuidadosamente pensado. Adrián dijo hace años que le interesaba eliminar la guitarra como elemento viril del rock, y creo que el documental captura perfectamente ese sentimiento y el momento actual de la banda. Ha logrado transmitirlo de manera excepcional.