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Crítica de "La casa": Miguel Rellán y David Verdaguer detrás de los recuerdos de Alex Montoya

"La casa", dirigida por Alex Montoya y adaptación de la novela gráfica homónima de Paco Roca, se erige como un alegato sobre la memoria y la reconciliación familiar.

jueves 09 de mayo de 2024

Montoya no es un principiante. Aunque su nombre ha cobrado mayor relevancia gracias a los premios obtenidos en el Festival de Málaga (por el guion, la música y el premio del público), ya había abordado proyectos interesantes anteriormente. La poco reconocida Asamblea retrató diferentes y complejas personalidades, con un Francesc Garrido en estado de gracia, mientras que Lucas, que le valió una nominación al Goya al joven Jorge Motos, invitaba a reflexionar sobre la pederastia y sus consecuencias. Siempre acompañado por la música de su querido grupo La Raíz.

Ahora, con La casa, Montoya presenta su apuesta más emotiva, basada en la maravillosa obra de Paco Roca. Para ello, se apoya en el material original como si fuera un storyboard. Sin embargo, el resultado es bueno, pero no notable. Probablemente porque es difícil trasladar tantos sentimientos de una manera tan personal como lo hace el autor valenciano.

De las obras de Paco Roca, teníamos como referencia la maravillosa adaptación de Arrugas, sin duda una de sus obras más recordadas. La reflexión sobre la vejez y el trato que damos a nuestros mayores encontró un reflejo excelente en la pantalla, aunque en formato de animación. Por lo tanto, La casa marca su primera incursión en la adaptación de ficción con actores reales.

La película comienza con una recreación perfecta del entorno. Nunca un hogar familiar fue tan relevante en una película. Cada esquina esconde un recuerdo, una anécdota o una sensación de melancolía. Se reivindica así el espacio que da título tanto a la obra como a la película. En este aspecto, el engranaje es perfecto. Sin embargo, la historia crece al ritmo de los personajes, aunque con un desarrollo menos emotivo de lo esperado. Es hermosa en sus recreaciones pasadas, pero descafeinada en sus relaciones presentes. Faltan diálogos, miradas, silencios y, sobre todo, un mensaje claro.

La novela gráfica subraya la importancia de la comunicación entre padres e hijos y entre hermanos. Destaca la horrible sensación de no haber expresado lo que se siente una vez que fallece un ser querido, una sensación que perdura toda la vida y no tiene solución. Este mensaje no es desarrollado suficientemente en la película y queda en un segundo plano.

En cuanto a las interpretaciones, el resultado es desigual. Aunque en roles secundarios, los veteranos Miguel Rellán y Luis Callejo están superlativos, mientras que tanto David Verdaguer como Oscar de la Fuente cumplen en sus roles más protagónicos. Sin embargo, el resto del reparto no destaca ni sobresale especialmente. En una película que demanda tanto trabajo actoral, la falta de experiencia se hace notar en algunos momentos.

La casa no decepciona, pero se queda un paso por detrás de su verdadero potencial. Es la primera película del año con opciones reales de nominaciones en los Goya.

6.0
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