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Crítica de "Amor sin tiempo": Léa Seydoux y el peligro de sentir contra el peligro de vivir desafectado

En su décima película, el realizador francés Bertrand Bonello utiliza la ciencia ficción y tres líneas temporales distantes entre sí para construir una historia en torno al avance del individualismo y la glorificación de la desafección que impacta en los vínculos humanos.

jueves 18 de abril de 2024

“¿Podés asustarte por algo que no está realmente aquí?” Una pantalla verde; Léa Seydoux interpretando a una mujer que, arma blanca en mano, se enfrenta a una bestia sin rostro, a una amenaza invisible. La primera escena de Amor sin tiempo (La bête, Bertrand Bonello, 2023) es tanto una síntesis del espíritu de la película que veremos como una puesta del proceso mismo de ficcionalización. 

En 2044, en una sociedad crecientemente polarizada y cuyas lógicas responden a la primacía de la inteligencia artificial, Gabrielle Monnier (Léa Seydoux) pasa por un proceso médico que purifica su ADN para eliminar los traumas sufridos en sus vidas pasadas y deshacerse de las emociones que de ellos se desprenden. Este procedimiento recuperará el recuerdo de dos experiencias vinculares trascendentes que atravesó en 1910 y en 2014 junto a un hombre llamado Louis Lewanski (George MacKay). 

A simple vista, la referencia más clara de la película parecería ser Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal sunshine of the spotless mind, 2004). Sin embargo, un análisis más profundo de la exploración de los distintos encuentros entre estas personas da cuenta de una voluntad de generar una metáfora que va más allá del caso particular. Paralelamente, la idea de las vidas pasadas, en boga en occidente actualmente, está asimismo reinterpretada. No son las personas las que coinciden y reaparecen en una y otra línea temporal: las reincidencias son los patrones culturales de conducta, son las formas en las que entendemos y practicamos los vínculos, son las opresiones que se van transfigurando pero perduran. Y también es, en cierta medida, la fatalidad de un destino, la persistencia de la amenaza. 

Amor sin tiempo está escrita y dirigida por el realizador francés Bertrand Bonello, y está basada en una adaptación de Bonello, Benjamin Charbit y Guillaume Bréaud de La bestia en la jungla, una novela de Henry James de 1903 que gira en torno a un hombre que vive con ansiedad y miedo debido al presentimiento de que se acerca un evento funesto. El guión de la película establece un paralelismo entre las catástrofes naturales y la fatalidad de los encuentros humanos, partiendo del germen de la ficción pero apoyándose en eventos reales: la inundación de París de 1910, el terremoto de Los Ángeles de 2014 y los crímenes misóginos perpetrados por Elliot Rodger en esta misma zona y en el mismo año, marcados por la cultura incel

El planteamiento de una realidad futura basada en la idea de que la desafección de la humanidad permite limitar catástrofes (entendidas de manera literal y figurada) y tomar decisiones que no estén marcadas por la emocionalidad implica la prevalencia de un sistema excluyente y mecanizado, que convierte a los humanos en objetos. Esta polaridad se replica en el tratamiento de los vínculos humanos. La película navega entre polos, deslizándose de uno al otro, sin definirse por ninguno. Por un lado, una vida atravesada por la emoción profunda; por otro, una vida desafectada. Por un lado, la necesidad de vincularse; por otro, la necesidad de no (volver a) sufrir. La forma que Bonello planteó para Amor sin tiempo permite dar cuenta de manera exhaustiva de muchas de las variables que influyen en las ideas que podemos hacernos al pensar tanto en los vínculos como en la soledad. La bestia es el amor, la bestia es el probable destino fatal del encuentro con un otro, pero también es una bestia la soledad. Es una bestia la emocionalidad pero también lo es -quizá especialmente- el modelo patriarcal. 

¿Cuánto hay de cultural en nuestra búsqueda de una conexión romántica intensa? ¿Es posible sentir sin sufrir? ¿Es necesario ser conscientes de que podemos perecer para vivir intensamente? Si no hay riesgo, ¿merece la vida ser vivida? ¿Por qué persistir en buscar conexiones con otros a pesar del sufrimiento que ello puede conllevar? Son infinitas las preguntas que nos son planteadas, organizadas en torno a este relato que, a pesar de valerse de la ciencia ficción y de las distintas temporalidades, no resulta inaccesible.  

El montaje establece raccords que conectan las distintas líneas temporales. Asimismo, la repetición de ciertos objetos, de ciertos lugares o de ciertos conceptos opera trazando puntos de conexión. Las reposiciones se caracterizan por la transformación (entre ellas, el uso del falso raccord permite la multiplicación de puntos de vista); este procedimiento contribuye a delinear ideas pero sin caer en subrayarlas. El resultado es una película bastante densa (especialmente desde lo temático), que puede resultar algo confusa por momentos pero que va tomando forma en su transcurso, y que se aprecia mejor en un segundo visionado. 

Tanto la primera como la última escena de Amor sin tiempo concluyen con un grito. La narración no es lineal, pero tanto en el punto de partida como en el de llegada la emocionalidad es desgarradora. A los títulos de créditos (y a una escena postcréditos) se accede con un QR. El cierre es redondo y tensa más que nunca la cuerda entre los polos.  

9.0
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