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Crítica de "Rambo: Last Blood", volvió Sylvester Stallone

Se trata de la quinta parte de la saga del ex combatiente de Vietnam con la que Sylvester Stallone promete cerrar la leyenda.

Crítica de "Rambo: Last Blood", volvió Sylvester Stallone
martes 24 de septiembre de 2019

John Rambo (Stallone) vive ahora en familia en un rancho de Arizona apartado de sus tiempos de guerra. Pero su sobrina adoptiva a quien quiere como a una hija, desaparece al cruzar la frontera. La historia de venganza personal obliga al veterano hombre a entrar nuevamente en acción y enfrentar solo al cartel que la secuestró.

La historia de este personaje empieza con una novela llamada First Blood en la que su protagonista moría. Pero en la versión cinematográfica, de la que Sylvester Stallone también participó del guion, el anti héroe de la vincha sobrevive. Esto generó un emblemático blockbuster que Rambo: Last Blood (2019), con subtítulo alusivo a la primera película, parece culminar.

Nunca una secuela estuvo a la altura de la original, ni siquiera lo intentó, porque en la era Reagan el personaje del actor italoamericano se convierte en el superhombre de esa minoría reaccionaria que necesita un enemigo externo para canalizar su odio interior. Primero regresa a Vietnam para pelear con los asiáticos (Rambo 2, 1985) y después pelea junto a los talibanes contra los rusos en el fin de la Guerra Fría (Rambo 3, 1988).

No resulta casual que Rambo reaparezca en tiempos republicanos, lo hizo en el mandato de Bush hijo contra los birmanos (Rambo: regreso al infierno, 2008) y ahora con Donald Trump enfrentado a los mexicanos que, por cierto, son malísimos en el film (narcos, proxenetas, no quieren ni a sus hijos).

Ese maniqueísmo en personajes sin matices justifica la feroz matanza del bien contra el mal implorando justicia por mano propia, con una secuencia de emboscada final de antología. Son films básicos construídos como fantasías, que buscan conectar con el americano promedio, sin importar si cuenta con componentes novedosos y menos si tiene algún valor artístico.

Rambo: Last Blood sigue la estructura de los films de acción de los ochenta: un primer acto donde se desarrollan personajes y vínculos, un segundo donde aparece el conflicto y se complica a niveles que parecen irresolubles, y un tercero y último, con la venganza llevada a cabo con el inevitable espiral de violencia desatado (la emboscada mencionada). No hay nada nuevo en esta versión que no se haya visto en las secuelas anteriores, cambia el contexto y el villano pero la historia sigue siendo la misma.

Pero Rambo es un icono de la cultura popular -como Rocky- que Stallone a sus 73 años mantiene vigente. Esta película dirigida por Adrian Grunberg (Vacaciones explosivas) así lo evidencia.

4.0
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