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Crítica de "Bird Box: a ciegas", ojos que no ven

Dicen las malas lenguas que la nueva producción de Netflix, "Bird Box: a ciegas" (Bird Box, 2018), fue pensada, diseñada, y desarrollada, a partir de la utilización del famoso algoritmo del sistema de streaming, que acerca propuestas todo el tiempo a sus consumidores basándose en lo que ya vieron y que podría gustarles. 

Crítica de "Bird Box: a ciegas", ojos que no ven
domingo 16 de julio de 2023

Más allá de este dato de color, y con el antecedente reciente de Un lugar en silencio (A quiet place, 2018), el inminente apocalipsis sirve como escenario para desplegar una historia de lucha y transformación. Mientras que en Un lugar en silencio el sonido era clave, aquí se cambia visión por audición, para narrar la historia de Malorie (Sandra Bullock) que deberá seguir sus instintos de supervivencia para salir ilesa, en medio de una masacre mundial que se desprende de “algo” o “alguien” que las personas ven y que los lleva a la muerte.

Bird Box: a ciegas, se inscribe dentro de una serie de propuestas que intentan generar relatos fundados en la muerte como el miedo más profundo del hombre, y desde allí imaginar una suerte de distopía en la que desconocidos, reunidos por el azar, deben transformarse en una comunidad para seguir con vida.

Si bien se percibe cierta formalidad y linealidad en la narración (a pesar de los constantes flashbacks y flashforwards) tras las cámaras se encuentra la premiada realizadora Susanne Bier (En un mundo mejor, Después del casamiento), quien logra imponer su firma y dedicación a un producto destinado para la masividad y el descarte, pero que transitando con una lograda tensión la vida de la mujer y sus hijos en condiciones extremas, busca destacarse.

La propuesta, trabajada con cierta similitud a grandes blockbusters como La niebla (The fog, 1980), El fin de los tiempos (The Happening, 2008), o la citada anteriormente Un lugar en silencio, potencia su mirada sobre la sociedad de consumo y la necesidad de cambio de paradigma que permitiría una revinculación social. De hecho, cuando los protagonistas comienzan a perder cosas materiales, y siguen su instinto, el guion comienza a devolverles en materia de recompensas aquello que necesitan para seguir con vida (objetos, palabras de aliento, abrazos, etc.). En cambio, cuando la codicia impera en sus actos, rápidamente son castigados por aquello que está eliminando al hombre de la faz de la tierra.

El fuera de campo y la naturaleza son los dos elementos con los que la tensión del relato avanza, privilegiando los espacios abiertos para el segundo tramo de la historia, en un solitario paraje rodeado de árboles y ríos en donde Malorie asume su rol de líder, de guía y de una suerte de “elegida” para continuar con la especie. El afuera avanza sobre las imágenes, lo no visto impregna ritmo y dinamismo a la ficción, de hecho, cuanto menos sabemos sobre aquello que acecha, y que se encuentra alejado del campo de visión de la cámara, más se potencia la necesidad del espectador por saber qué o quiénes son los que agobian y amenazan.

Bird Box: a ciegas es la respuesta más industrial de Netflix como productora de cine, con un producto convencional que va a lo seguro, para seguir afianzándose en un campo que hasta hace muy poco sólo era explorado por los grandes estudios, y que de a poco comienzan a transitar otros jugadores para llevar el apocalípsis a los espectadores.

6.0
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