Crítica de "Un lugar en silencio", silencio en la sala

"Un lugar en silencio" se une a la gama del buen cine de terror que ha ido remontando en los últimos años con "The Babadook" (2014), "Te sigue" (It Follows, 2014), "La Bruja" (The VVitch, 2015), "No respires" (Don’t Breathe, 2016) y "Viene de noche" (It Comes at Night, 2017) - thrillers creativos y espeluznantes que se nutren de miedos elementales. Está en buena compañía.

Crítica de "Un lugar en silencio", silencio en la sala
jueves 05 de abril de 2018

El mundo ha sido devastado por criaturas monstruosas que atacan brutalmente todo lo que oyen. La escena inicial establece de manera silente y efectiva cuan definitivos son estos ataques, y cuan fina es la línea entre estar vivo y hacer un poco de ruido. Necesariamente, la película cuenta con poquísimo diálogo y una banda sonora poblada mayormente por ruidos incidentales. El resultado no es exactamente una película muda, pero banca en el poder de sus imágenes, creatividad visual y lenguaje corporal para contar una historia sencilla de manera atrapante.

En medio de este silencioso apocalipsis se encuentra una familia que se las ha ingeniado para sobrevivir en el campo día tras día sin producir sonido alguno. Se comunican con señas. Curan comida bajo tierra. Trazan senderos de arena para caminar. Se pueden esconder tras fuentes de sonido naturales, como agua corriendo, o provocar estruendos a modo de distracción. Las criaturas en sí poseen un diseño bastante original porque han sido creadas en base a sus ventajas y desventajas en vez de lo que se ve siniestro o impactante, aunque es cuestionable que un ser vivo que caza guiándose por el más mínimo ruido produzca en sí tanto ruido.

Dirige John Krasinski sobre su propio guión, escrito junto a Bryan Woods y Scott Beck. Interpreta al patriarca de la familia junto a Emily Blunt, esposa en la ficción y en la vida real. Dos cuestiones temáticas separan a la película del mero efectismo, no particularmente profundas pero que le dan algo de significado humano a la historia: la primera es el deber del padre y la madre de sacrificarse por sus hijos, la segunda es el motivo de la culpa y el remordimiento por los pequeños errores que conllevan consecuencias desmesuradas. Un lugar en silencio (A Quiet Place, 2018) no es mucho más que una película de supervivencia (tensa, atmosférica, opresiva) pero estos pequeños arcos de desarrollo le dan peso humano a la historia.

Como thriller, la película está perfectamente estructurada: presenta unas pocas reglas, ilustra con distintos ejemplos y contraejemplos y el resto de la historia se siente como el resultado natural de todas las combinaciones posibles. No cambia las reglas del juego. No introduce elementos nuevos. Tampoco hace trampa, aunque algunas partes de la trama dependen de inconvenientes un poco demasiado convenientes. Como suelen presentarse en forma de conflictos más que soluciones, vaya y pase. Arrinconar al personaje de manera convincente es un arte.

9.0
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