Crítica de "La mujer rota": Desarma y sangra

Camila (Dolores Fonzi) llega a Buenos Aires para reencontrarse con Juan (Pablo Rago). Ella vive obsesionada por el amor que él le niega. A cambio recibe una pasión desgarradora, bruta y locuaz. De esto trata "La mujer rota" (2005) una historia de amor sin principio ni final.

Crítica de "La mujer rota": Desarma y sangra
jueves 07 de julio de 2011

La mujer rota es una realización claustrofóbica que ahoga, molesta; no es un film fácil de digerir. Desde el comienzo, vemos a Camila hablándole a una cámara, como si fuera una grabación casera, sobre el rechazo y la obsesión que sufre hacia ese amor negador. De ahí en adelante, la película se centra exclusivamente en esa obsesión.

Sebastián Faena elige, para su ópera prima, narrar la historia desde el manejo de los encuadres desalineados y el uso del color, con una cámara estática que genera una desesperación asfixiante. Planos cerrados, morosos en colores saturados e intensos, como si cada toma se tratara de una pintura pictórica que refleja la angustia de esta mujer rota. Los planos se abren cuando Camila y Juan se encuentran para luego volver a cerrarse ante el abandono.

Dolores Fonzi es la protagonista absoluta; sus monólogos tienden a una sobreactuación preconcebida, generando en la historia la lírica que necesita. Camila es rechazada, negada, humillada, pero no se da por vencida. Juan la tortura; Valentín (Juan de Benedictis) es el amigo que sufre la obsesión inversa hacia ella.

Una película que provocará rechazos recalcitrantes o amores repulsivos. Una historia de amor como muy pocas veces el cine se atrevió a contar.
 
 

8.0
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