Crítica de "Cerro Bayo": Al sur de la felicidad

Victoria Galardi ya había mostrado en su ópera prima "Amorosa Soledad" (2008) -codirigida con Martín Carranza- condiciones que le aventuraban un futuro prometedor. Con "Cerro Bayo" (2010) reconfirma que se trata de una de las cineastas más talentosas y sensibles de Argentina.

Crítica de "Cerro Bayo": Al sur de la felicidad
viernes 11 de marzo de 2011

Cerro Bayo, un pueblo al sur del país, es el epicentro de la historia de una familia que verá modificada su rutina a partir del intento de suicidio de la matriarca. Un matrimonio con dos hijos postadolescentes, una hermana recién llegada de la ciudad y una amiga de la familia conformarán un micromundo que fusionará la tragedia con el humor, como muy pocas veces el cine nacional se ha animado a realizar.

Cerro Bayo se articula a partir de un relato coral que no presenta fisuras narrativas desde ninguno de sus ángulos. Galardi trabaja con una estructura que se asemeja al típico guion de hierro que impuso Hitchcock, en el que se nota que no hay espacio para la improvisación y cada escena está cronometrada hasta en su más mínimo detalle.

Con claras referencias al cine indie norteamericano, como Historias de familia (The Squid and the Whale, 2005) o Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, 2006), la película retrata la disfuncionalidad pero sin caer en el cliché.

La coralidad de la trama no se narra con historias que se cruzan, sino que lo hace a partir de los personajes de una familia que deambulan independientemente el uno del otro, pero que como en toda familia en algún momento se encontrarán.

La no utilización de música incidental para provocar un efectismo es uno de los tantos logros de la película. Solo habrá tres momentos clave en los que la música entrará en acción y justificará su aparición en la funcionalidad del relato.

Desde el punto de vista actoral, la película encuentra el casting perfecto en la construcción de personajes con los que uno no se siente alejado. Sin perder el humor pero sin caer en lo grotesco, cada uno transmite los sentimientos necesarios.

Adriana Barraza le pone el tono justo a esa mujer resignada que se contrapone con la desesperación del personaje de Verónica Llinás o la inocencia banal de Eugenia Alonso. Inés Efron le brinda el toque de humor necesario, mientras que Nahuel Pérez Biscayart acierta con la dosis justa que lo aleja de lo "freak" que lo caracteriza habitualmente.

Cinematográficamente, hay que destacar el meticuloso trabajo fotográfico de Julián Ledesma en la creación de los climas que Cerro Bayo necesita. Sin caer en la estilización visual, logra un naturalismo atípico en este tipo de producciones.

Cerro Bayo es una de esas historias que combina el cine de autor, apuntando no solo a una élite privilegiada o a un público festivalero. Cerro Bayo es una de las mejores películas que el cine argentino ha dado en mucho tiempo, gracias al trabajo de una directora que encontró la medida justa para combinar los ingredientes necesarios que hacen a la excelencia.

10.0
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