2021-01-18

¿Dónde jugarán los niños?

Canción sin nombre

Georgina y Leo, de 20 y 23 años respectivamente, conforman un matrimonio indígena que se asienta en las afueras de la ciudad de Lima tras haber migrado de Ayacucho. Ella está embarazada y por la radio escucha el aviso de una clínica, llamada San Benito, que ofrece atención médica gratuita a embarazadas. En resumidas cuentas, la recién nacida es robada y la historia se centra en los intentos de la madre por recuperarla. Tanto la policía, como jueces y políticos no muestran interés y parecen ser cómplices de la actividad delictiva. Pedro Campos, un joven periodista gay, que está iniciando un romance con un actor cubano, un dato que no es menor en la trama y que no solo determina su personalidad sino el porqué de su interés hacia los migrantes, es el único interesado en realizar una investigación para descubrir la verdad.Cabe destacar que Ismael León, fundador en 1981 del diario La República, uno de los medios más influyentes de Perú y el que publicó la primera investigación que reveló la historia de los niños robados, es el padre de la directora. Canción sin nombre sigue la tradición de películas estadounidenses como las recientes En primera plana (Spotlight, 2015) o Amenaza en lo profundo (Underwater, 2020), que muestran cómo el periodismo puede ayudar a combatir la corrupción política, pero la diferencia radica en que lo hace en un segundo plano. El eje de la trama está puesto en el derrotero de Georgina por recuperar a su bebé, a la vez que su marido participa en acciones de Sendero Luminoso. Filmada en un blanco y negro retro con un formato 4:3 y con las esquinas del encuadre difuminadas, decisión que la emparenta tanto con la televisión como con los periódicos de la época y que a la vez le sirve a la cineasta para pasar del realismo al melodrama sin forzar la trama, Canción sin nombre apuesta por una narrativa, que la emparenta con cierto cine negro que se articula con las típicas investigaciones kafkianas, esas que terminan en largos y sinuosos laberintos que se pierden en escritorios burocráticos y nunca llegan a resolverse.Construir una historia oscura y pesimista como luminosa y esperanzadora en paralelo, sin que una aplaste a la otra es sin duda uno de los mayores logros de León, como el de haber elegido a Pamela Mendoza, una actriz versátil que despliega un abanico de recursos físicos y expresivos en toda su magnitud para encarnar a Georgina, una mujer que se muestra fuerte y entera ante la adversidad de una lucha que de antemano sabe que está perdida.
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