2019-12-06

Netflix

Crítica de "Historia de un matrimonio": Llueve sobre mojado

A lo largo de la filmografía de Noah Baumbach (Los Meyerowitz: La familia no se elige), se pueden encontrar ciertos ecos del cine de Woody Allen que siguen presentes en Historia de un matrimonio, pero diluidos en un cóctel donde se pueden ver otros referentes (Kramer vs. Kramer, de Robert Benton) sin que eso permita determinar con exactitud lo que se logró aquí.

El brillante inicio perfila a su manera uno de sus rasgos característicos: ir adelantando lo que está por llegar sin hacerlo directamente para luego llegar a ello con una naturalidad asombrosa. Historia de un matrimonio muestra el kafkiano proceso de divorcio de un director de teatro y una actriz, con un hijo de por medio que adrede se ubica en una dicotomía entre Nueva York y Los Ángeles. Historia de dos ciudades con costas opuestas, con calles e iluminaciones contrastadas, con estilos de vida incompatibles. Una pareja talentosa y atractiva que, a pesar de su juventud, parece sobrepasada por la rutina y las diferencias.

La trama avanza con convicción por el espinoso periplo que va distanciando –emocional y físicamente– a la pareja protagonista. Negociar una separación obliga a repasar cómo se formó la pareja, los tiempos felices y cómo se quebró la relación. Eso es lo que hacen los dos protagonistas en una sucesión de secuencias que alcanzan una intensidad dramática digna de Bergman (el de Escenas de la vida conyugal, por ejemplo) cuando discuten juntos. Y lo que intentan explicar a sus abogados, un desfile de operarios del fracaso conyugal a los que prestan sus rostros actores como Ray Liotta, Alan Alda y la superlativa Laura Dern.

Un guion meticuloso, con diálogos precisos y enjundiosos, toques de humor absurdo que a menudo condimentan el relato y unas interpretaciones memorables son los pilares más destacables que sostienen la que es una de las películas más interesantes del año. Y por si fueran pocas las virtudes, cabe añadir la precisa dirección de Baumbach y sus loables intentos por mantener la imparcialidad y no tomar parte en el conflicto. Baumbach logra una de sus mejores películas porque es también una de las más maduras. No hay escena mala, no hay un paso en falso, no hay sentimentalismo: solo un equipo de artistas en estado de gracia.

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