2017-04-08

La vanguardia es así

Hermosa Gravedad

Hermosa Gravedad (2017) es una perfomance cinematográfica que se corre de todo lo ya visto y experimentado. ¿Un nuevo cambio? Filmar una película en simultáneo a su estreno es una experiencia de la que no sé conoce otra igual y que comandada por el cineasta Leo Damario (Palmera, Bohemia, Los conquistadores (de la comedia)) tuvo lugar en Buenos Aires durante una cálida noche del marzo pasado. Dividida en tres actos, la propuesta conjuga el cine, el teatro y la música. En la habitación de una lujosa casona tres hermanas provenientes de una familia adinerada sacarán a la luz las miserias mejor guardadas. Hipocresía, mentiras, falsas posturas, negacionismo y apariencias sociales serán los pilares de una historia en la que el incesto y los vínculos homosexuales serán moneda corriente. Damario construye una historia de mujeres al mejor estilo Chejov donde el dramatismo de la historia introductoria se permite pasar a la comedia para volver al drama pasional. La puesta en escena podría remitir a una suerte de Dogma 95, el movimiento danés creado por Lars von Trier y Thomas Vinterberg. Acá la filmación es en vivo y en toma secuencia. La música que se utiliza también está interpretada en vivo y los espectadores ven las imágenes en el mismo momento en que suceden en el set. Hermosa Gravedad no es puramente Dogma 95 pero si es un punto de partida desde el que se puede analizar. Tal vez sin ser consciente Damario creó un nuevo Dogma con postulados que se le asemejan y otros que lo contradicen. Hermosa Gravedad es un cine nuevo, una puesta que más allá de la adrenalina del vivo tiene la virtud de que también puede apreciarse como película clásica, no por su forma, que se corre de todo clasicismo, sino por su contenido. Dos experiencias diferentes pero no por eso incongruentes entre sí. Ambas están conectadas como siamesas al punto de que la existencia de una depende puramente de la otra.
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