2016-09-06
La noche del tentáculo
La región salvaje
La región salvaje (2016) cuenta la bizarra historia de un cuadrilátero
amoroso, un enigmático asteroide, una cabaña en el bosque y una masa de
tentáculos viviente que debe ser apaciguada regularmente de manera
sensual y perturbadora. Historias como esta solían ser catalogadas a
fines del siglo XIX y principios del XX bajo el mote de “ficción
extraña”, cuando aún no se definían las convenciones del género
especulativo y el horror, la fantasía y la ciencia ficción se mezclaban
experimentalmente.La película posee matices de H. P. Lovecraft y Clive Barker
pero centralmente se trata de un melodrama de represión en el pueblo
mexicano de Guanajuato, atravesado por cuestiones sociales como la
homofobia, el sexismo y los crímenes que inspiran. En principio está el
matrimonio de Ángel (Jesús Meza) y Alejandra (Simone Bucio);
él la está engañando con su cuñado Fabián (Eden Villavicencio), quien a su
vez está empezando a salir con la misteriosa Verónica
(Ruth Ramos). Sería inadecuado decir que estas personas se
convertirán en víctimas de la criatura: ya son víctimas en carne propia.La
primera imagen es del asteroide flotando en el espacio. La segunda es
de Verónica, desnuda y en íntima comunión con un tentáculo (de ahí las
cosas sólo se ponen más gráficas). Los personajes se van introduciendo,
sus relaciones se van revelando. Ángel esconde su homosexualidad bajo un
recalcitrante machismo, Alejandra esconde su infelicidad con su
matrimonio y Fabián esconde sus propias dudas acerca de una relación en
la que se siente usado. En eso Verónica resulta herida, queda al cuidado
de Fabián (que es enfermero) y cual sirena comienza a seducir gente con
promesas de alivio espiritual.En papel suena lisa y llanamente a
una película de terror, pero esa no es la intención de la película. El
director y co-guionista Amat Escalante construye una atmósfera
esotérica y opresiva, labra imágenes entre sensuales y macabras, pero
jamás asusta ni intenta asustar. El foco siempre está en los personajes
del film, en la contemplación de la fragilidad de las relaciones
humanas, y la forma en que el individuo intenta con ellas llenar vacíos
que no conoce ni entiende.Ahí entra la interpretación de la
criatura en la historia, posiblemente una metáfora sobre una alquímica y
rebuscada pureza que todo lo llena (en más de un sentido) o bien un
símbolo más primitivo, el objeto de deseo que castiga y recompensa,
atrae y repugna al mismo tiempo. En ningún momento se explica o aclara
ninguno de los misterios de la película. En cuanto a su diseño, corre
por cuenta del danés Peter Hjorth, quien supervisara
los efectos especiales en las películas más barrocas de Lars von Trier.
Algo de Anticristo (Antichrist, 2009) tiene aquel bosque, pero
menos pretencioso e infinitamente más disfrutable.
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