2016-09-05
El Marqués de Koolhoven
Brimstone
El director holandés Martin Koolhoven defiende la violencia de la
película, señalando que no todo se ve. Está confundiendo mostrar con
sugerir. Sólo porque vemos el rostro de una niña de 5 años en vez de su
espalda mientras está siendo lacerada a latigazos no significa que la
escena sea menos desagradable. Da igual con qué ángulo elija capturar la
brutalidad, Brimstone es una película incesantemente lúgubre y
violenta, y la (cuestionable) idea de empoderar a la mujer a través del
sufrimiento parece secundaria a la de mostrar con lujo de detalle todas
las formas en las que el cuerpo humano puede ser pervertido, mutilado,
violado y reventado.Aunque sea el principio de la película es
prometedor. Liz (Dakota Fanning) es una partera muda – no tiene lengua –
casada y madre de dos niños. La paz del pueblo se ve interrumpida por
un misterioso hombre de negro (Guy Pearce), un reverendo, cuya
llegada coincide con la muerte del bebé cuyo nacimiento Liz asiste. De
entrada el hombre se construye como una presencia sobrenatural, y el
mero terror que Liz siente al oír su voz es espeluznante. Pronto su
familia se convierte en víctima de una serie de violentas amenazas que
parecen acusar a Liz de haber tomado el lugar de Dios al elegir entre la
vida de la madre y su bebé.La película está dividida en cuatro
capítulos con nombres bíblicos (“Revelación”, “Éxodo”, etc). El segundo y
el tercero ocurren en orden inverso, retrocediendo en el tiempo y
reconstruyendo la miserable vida de Liz, primero en el burdel donde fue
esclavizada y luego en la granja familiar, donde también fue
esclavizada. Esta estructura, similar a la de Memento
(2001), es la forma que Koolhoven tiene de engañar al
espectador y hacerlo creer que habrá una gran revelación al principio de
todo que elevará a la película por sobre la mera explotación. No la
hay.En vez de eso nos quedamos con la figura del reverendo, que
comienza con un perfil enigmático y termina convirtiéndose en una
caricatura marginal del fanatismo religioso, alguien que cita libremente
versos de la Biblia para justificar las mismas acciones por las que
condena a los demás. Y con todas las imágenes de estrangulaciones,
puñaladas, violaciones, sesos desparramados, tripas evisceradas, cabezas
abiertas, lenguas mutiladas, cadáveres descompuestos y niños muertos.
La profundidad de la dirección de Koolhoven se ve en su
uso de símbolos obvios – la imagen de una muñeca abandonada, o la de un
hombre perfilado cual ángel en el umbral de una puerta.Hay una comparación para hacer con La noche del cazador
(Night of the Hunter, 1955), no sólo por la trama de un “reverendo” que
persigue a un grupo de niños sino por citas obvias como escenas,
encuadres, líneas de diálogo. Otra comparación aún más obvia es que
Brimstone es básicamente una libre adaptación de Justine del Marqués de Sade, en el sentido de que es una serie de cosas horribles que le pasan a la pobre protagonista. La diferencia es que el texto de Sade es
honesto en su intención de retratar un cosmos, valga la redundancia,
sádico; Koolhoven se esconde tras una estructura obtusa
y la apremiante temática de la violencia de género para poder contar
una historia similarmente violenta y chauvinista.
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