2016-04-11

Tres historias para el desconcierto

Esa sensación

El resultado aterriza en el 18 Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente - BAFICI dispuesto a provocar lo prometido a través de su trama coral. Juan Cavestany se despacha con un extraño virus que contagia a sus personajes provocando que digan cosas incongruentes, fuera de lugar y sin venir a cuento: el absurdo campando a sus anchas, seguido del desconcierto. Pablo Hernando recuerda el sinsentido –o no tanto- del deseo a través de una mujer que se enamora perdidamente de un parquímetro al que le hace el amor; pero como ese amor es imposible -o la necesidad de cambiar de amante demuestra lo inestable que somos para la monogamia- la mujer sentirá a continuación el flechazo por otros elementos urbanos, como una rotonda o un puente. Finalmente, Julián Génisson cuenta los insondables caminos de la fe cuando un joven descubre que su padre le miente, empieza a seguirle y acaba viéndolo dentro de una iglesia: cuando habla con él, la duda se apoderará de sus propias convicciones como nunca había sospechado.Relaciones sociales, afectivas y espirituales son la "santísima trinidad" sobre la que se sostiene Esa sensación, una película con tres discursos en principio inconexos que logran unificarse por ese espíritu iconoclasta y atrevido que destilan sus imágenes, unas más nerviosas, otras más contemplativas, pero todas enlazadas por un argumento que bascula entre la filosofía, lo estrambótico y el asombro. Porque el film acaba provocando una mezcla alucinada de alegría, extrañeza y reflexión.Un híbrido de emociones que seguramente no hubiera logrado un solo director, pero que estos tres autores consiguen tejiendo sus universos únicos, rebeldes y sin corsés, siempre en busca de nuevos lenguajes en el cine.
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