2016-02-23
El humor como antídoto
Un día perfecto
Fernando León de Aranoa nos presenta al grupo protagonista: el cabecilla es el portorriqueño Mambrú (encarnado por Benicio Del Toro)
un auténtico mercenario, un tipo duro que ha tenido sus escarceos
sentimentales con compañeras pero parece decidido a sentar, por fin,
cabeza. Le secunda el norteamericano B (Tim Robbins),
un cowboy que vive en la guerra, recio y amante de un contundente rock
and roll con el que martillea a sus colegas –y al espectador- desde el
equipo de música de su coche. Un par de chicas: una francesa, recién
llegada, virgen en eso de las emociones fuertes (Mélanie Thierry) y otra rusa (Olga Kurylenko), tan guapa como una modelo y que tuvo una aventura pretérita con Mambrú. El local Damir (Fedja Stukan)
les servirá de traductor con los bosnios y será testigo estoico de las
maniobras –no siempre lógicas– de este grupo humano enfrentándose al
delirio, la deshumanización y el sinsentido de una guerra.El cineasta madrileño, como en Los lunes al sol,
vuelve a hablar de grandes temas desde los detalles de las relaciones
entre los integrantes de un grupo humano: microcosmos que le gusta
diseccionar a base de diálogos punzantes, ingeniosos y divertidos. Lo
malo es que esta vez su humor resulta algo forzado y las situaciones que
viven los protagonistas carecen del atractivo suficiente para seducir
al público actual. Basándose en la novela Dejarse llover, de Paula Farias, Aranoa
ha añadido al guion roles nuevos y más acción, pero aún así el aire del
film resulta añejo, inane y soso, déficit que no logran solucionar ni
los actores de renombre de su cartel.Lo que sí consigue con esta
película es demostrar que la violencia arrasa el sentido común y la
coherencia. También que, ante la desgracia apabullante, sólo nos queda
el humor, ese salvavidas liberador, revolucionario y catártico: es el
que emplean como escudo cooperantes internacionales que el propio Fernando León de Aranoa
conoció in situ rodando documentales, seres humanos que –como un
oncólogo o un enterrador– necesitan usar un chiste o una gracia para
distanciarse del dolor; es la única forma de sobrevivir en un terreno
minado por el horror de la guerra y, así, poder seguir ejerciendo su
labor.
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