2015-03-25

Hasta la victoria siempre

Cuarenta balas

La cantidad de testimonios que componen gran parte del film conforman una gran voz narradora, porque todos se complementan. Lo que no dice la esposa de Bufano, lo termina diciendo un ex compañero de él. Y lo que su historia no cuenta lo hace Jorge Altamira, hablando sobre la gran traición de Perón a los trabajadores y activistas obreros.El documento auditivo forma una amalgama natural con aquellas imágenes que reconstruyen los hechos a través de animaciones. Además de apelar a este tipo de recursos, los directores juegan constantemente con el vaivén entre los relatos particulares y los generales, lo íntimo y lo público. Y, aunque al principio resulta un poco extraño, de a poco adquiere una fluidez casi natural. Ahí es cuando el espectador entiende que no hay dos relatos separados, es todo parte de una misma Historia. Los testimonios de los dirigentes del Partido Obrero resultan pertinentes para enmarcar el contexto político social. Pero lo más auténtico del film lo consiguen con las voces, las miradas y los gestos de aquellos que conocían a Fischer y Bufano: esposas, ex compañeros, hermanos. Las palabras de los otros obreros que trabajaban con ellos en la fábrica Miluz al recordar la lucha de sus compañeros de pronto se unen en el mismo canto: “se va a acabar, se a acabar, la burocracia sindical”. Momentos como este o el video que le graba el hijo de Bufano a sus hijos hablándoles de su abuelo traspasan la pantalla, porque se impregnan en el espectador con muy poco, cobran fuerza dramática instantáneamente y resignifican el triste final de ellos.El epílogo del film es desesperanzado: la justicia para ellos tal vez nunca llegue. Pero la justicia que reivindican aquí es la del no olvido: volver la mirada hacia hechos que no deben ser dejados en el pasado como parte de una Historia terminada. Por el contrario a través de documentales como este, la Historia permanece viva y también la posibilidad de una futura justicia.
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