2014-01-22
Una cuestión ideológica
Jack Ryan: Código sombra
Un joven Jack Ryan Ryan (Chris Pine) descubrirá una conspiración terrorista, con sede en Moscú y liderada por un villano ruso (Kenneth Branagh con un acento increíble), que pretende devaluar el dólar para destruir la economía de los Estados Unidos.En Jack Ryan: Código sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit, 2014) hay dos lecturas posibles. Una, la obviedad política que viniendo de un conservador como Tom Clancy
es inevitable no cuestionar, y la otra la puramente cinematográfica.
Desde su primera escena mostrando el atentado a las torres gemelas
mientras Jack Ryan la observa consternado frente a un televisor se
define la línea ideológica de un film que mostrará a la CIA como la
salvadora del mundo y a sus integrantes como los héroes capaces de dejar
la vida por el bien de todos. La propaganda a favor de esta es tan
asquerosa como obvia y esto lo convierte en un film nefasto desde lo ideológico. Ahora
pasemos a lo estrictamente cinematográfico para pensar la obra como un
entretenimiento puro y pochoclero. En este punto no podemos evitar decir
que la película funciona y bien. Tiene ritmo, secuencias de acción
filmadas de taquito como Hollywood nos tiene acostumbrados,
una buena dosis de suspenso, actuaciones creíbles con un Chris Pine que derrapa bondad, un Kenneth Branagh que destila maldad, una Keira Knightley que intercala inocencia con sensualidad (y no aporta nada), un Kevin Costner que sale airoso pese a su inexpresividad elocuente, y un cameo sorpresa de Mikhail Barishnikov. Las
películas pueden ser vistas y olvidadas o, contrariamente, leídas y pensadas
dentro de un contexto sociopolítico global donde lo ideológico no le es ajeno. Está en
el espectador decidir si quiere pasar un buen momento y no hacerse
preguntas o preguntarse qué es lo que le quieren
vender y por qué. Y no hablamos de objetos sino de ideología disfrazada de cine.
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