2012-03-11

La crisis ética

El precio de la codicia

La película transcurre en su mayoría dentro de las oficinas de la financiera. Allí, un empleado despedido –después de 19 años en la empresa- por reducción de personal, descubre que las cuentas no cierran hace varias semanas. Otro empleado continúa el trabajo de su ex colega y, al constatar la gravedad del asunto, informa a su superior. Éste convoca al suyo y así sucesivamente. En el transcurso de la noche se definirá el futuro de la empresa. Esta cadena de mandos en El precio de la codicia logra una historia sólida y esclarecedora sobre el germen de la crisis. Pero no sólo eso, sino que nos presenta a sus (ir) responsables de la mejor manera: con el humor que tipos tan siniestros como atractivos pueden tener. Seres cada vez más crueles, cínicos y perversos a medida que aumenta su sueldo y su poder, como si nos sumergiéramos en El infierno del Dante. Por supuesto los únicos que entienden la base del conflicto son los empleados. Esto implica que a medida que se presenta un “jefe” o “superior” deban explicarle el tema –la crisis- de manera más gráfica y sencilla, a tipos que sólo están preocupados por el estado de su cuenta bancaria. Así, con explicación tras explicación, entendemos las razones de la crisis desde la platea. Aclaración: sólo interpretes como los que protagonizan El precio de la codicia, pueden darles a los personajes los matices y ambigüedades necesarios para componer seres tan humanos como desalmados a la hora de tomar decisiones. Vale comentar también que la película contiene metáforas muy sutiles para graficar las conductas de sus personajes. Es por todos estos motivos, que El precio de la codicia es un film tan eficaz, adulto y esclarecedor sobre la debacle financiera contemporánea.
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