Sentencia de muerte

Nick Hume (Kevin Bacon) es un oficinista que lleva una vida normal entre el trabajo y su familia. Una noche su hijo es asesinado en un asalto y decide hacer justicia por mano propia. Pero la violencia genera más violencia y tanto Hume como su familia, terminan siendo perseguidos por una banda de maleantes. Quien mejor para representar los miedos (relacionados con la violencia) que el director de El juego del miedo, James Wan. La impotencia que sufre un padre de familia al perder a su hijo y el odio que despierta en él la situación, nos acerca a El vengador anónimo (Death Wish, 1974), pero la película no es un policial como el film con Charles Bronson, tampoco un relato de acción sobre una venganza, es todo eso y mas. Es un thriller psicológico sobre las pesadillas que vive este hombre. Porque al miedo de sufrir por un hijo se le suma el miedo a perder su propia vida y la de su familia, y en ello está lo mejor del film. Se nota el buen manejo del director en el terror, donde pone el acento, y funciona. Y no es que halla menos acción por eso, todo lo contrario. Se destaca una persecución en un estacionamiento filmada en plano secuencia, que sigue al protagonista a cada recoveco del lugar generando angustia y vértigo. Aunque hacia el final, Sentencia de muerte se desvirtúe un poco al dejar de lado el thriller -con un desenlace muy similar a Taxi Driver (1976) incluido- por una simplona alegoría del héroe, la atmósfera angustiante de la inseguridad queda flotando en el ambiente.