2011-07-19

El amor y el desencanto

El frasco

El guión de Pablo Solarz logra una mayor contundencia emocional cuando se centra en los encuentros entre Romina y Pérez, pero esa tensión no siempre se sostiene. Sobre todo cuando su historia se aleja de ellos para arrojar una mirada explícita sobre la opinión del pueblo, que –de manera metonímica- en el film adquiere mayor dimensión en las conversaciones de dos borrachos malpensados. Esa manera de resolver temas periféricos, pero que no dejan de aportarle sentido al núcleo del relato, termina haciendo que El frasco (2008) caiga en varios clisés y diálogos poco elaborados. Tampoco están bien delineados los personajes secundarios. Si al comienzo de la película un problema con la ley que mantiene el hermano de Romina (Martín Piroyansky) parecía augurar un mayor desarrollo, esa línea del relato termina decepcionando por su escaso aporte al film. No obstante, los momentos de mayor intimidad de la pareja –en los cuales las palabras son redundantes- logran acrecentar la intriga y la empatía que el espectador podrá sentir por estas dos almas en pena. El frasco es un producto genuino, aún con sus defectos. Es un film que pierde cuando se aleja de cierto grado de intimismo al que lo conducen las composiciones de la pareja protagónica. La mano de Lecchi asegura una mínima solvencia técnica, pero –en este caso- no muy afín a ciertos recursos empleados en la construcción de los climas, como por el ejemplo la música altisonante que tiende a restar más que a sumar, y algunos flash-backs le quitan misterio a un relato que –tratándose de un film sentimental y no de un thriller- pudo haber prescindido de ellos.
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