2011-03-15

Las próximas dos horas

Solo tres días

La felicidad de John (Russell Crowe) y Lara (Elizabeth Banks) marchita con el arresto, juicio y aprisionamiento al que Lara es sometida por el homicidio de su jefa. Lara no admite ni niega nada, pero John, enamoradísimo esposo, no sólo no le pregunta, ni le importa, sino que pasa los siguientes tres años criando a su hijo, los siguientes tres meses planeando un escape y los siguientes tres días ejecutándolo como mejor puede. John mueve cielo y tierra para sacar a su mujer de prisión, todo el cielo y la tierra que caben en la mano de un cuarentón y aburguesado profesor universitario. Necesita dinero que no se anima a robar, compra armas que no sabe usar y se alecciona en el crimen mirando videos de YouTube. Gran parte de la historia lo tiene sufriendo y perseverando a través de todo tipo de calvarios y humillaciones. El ritmo es lento, los obstáculos varios, y el tiempo se le está acabando. A eso de la mitad de la historia, la película acelera el montaje y el “Héroe de Acción” que todos conocemos desde Gladiador (Gladiator, 2000) despierta y hace todo tipo de proezas poco características de su personaje, ayudado por una desmesurada buena suerte y todas las soluciones (posibles pero no plausibles) que se pueden conjurar a modo de deus ex machina. Esta increíble transformación a super hombre taja al relato en dos, creando una simetría poco creíble y doblegando a la película en dos mitades desbalanceadas y contradictorias. El tiro de gracia ocurre al final, durante una secuencia en la que una breve y risible reinspección de la escena del crimen comprueban la inocencia o la culpa de Lara. El final no sólo es anti climático, improbable y mal ejecutado. La inocencia o culpabilidad de Lara nunca importaron a John, y a estas alturas, tampoco importa al público.
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