2010-03-02

Crítica de "Aquel querido mes de agosto": Miguel Gomes entre lo simple y lo banal

El director se traslada a Arganil, en Portugal, para filmar un documental sobre un grupo de música popular integrado por padre, tío y sobrino. Entre procesiones, fiestas, canciones, música, paisajes y problemas de rodaje, los minutos transcurren casi inadvertidamente hasta que emerge una historia de amor, con triángulo amoroso incluido. Miguel Gomes esboza de manera compleja pero a la vez casual dos películas en una, sin perder la lógica del relato. Un documental que se transforma en melodrama, bellas canciones que desembocan en un conflicto familiar, y un rodaje complicado.

La verdadera magia de este film reside en el constante juego entre lo real y lo ficticio, dejando al espectador en la incertidumbre sobre si lo que se está viendo forma parte de la realidad o de una puesta en escena. La poética del film se encuentra en su despojada puesta en escena: diálogos banales, cierta cursilería en las canciones y una historia mínima pero contundente se transforman en una celebración cinematográfica gracias a la maestría de Gomes para transitar por los complejos caminos de la simpleza y crear una historia de extrema singularidad.

Aquel querido mes de agosto (2008) es una obra que rompe con la estructura del clasicismo y nos presenta una nueva forma de estructurar un relato cinematográfico, donde realidad y ficción se entrelazan para mostrarnos una película donde los límites se desdibujan.

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