2009-08-04

Flojísimo film con Emily Watson

El Guardián de los Recuerdos

De allí en más, el relato suma un cúmulo de golpes bajos, estética televisiva, y –por sobre todo- diálogos de muy escasa consistencia dramática. “Sólo dijo que empezaba una nueva vida”, le informa así, como al pasar, el hombre de las mudanzas al doctor cuando éste se propone tener un acercamiento con su beba. El relato avanzará en años y también en defectos. En los diálogos impera la acumulación de información para sostener tamaño melodrama, información que poco dice de los estados de los personajes. Tampoco es muy significativo el hecho de que el médico registre todo lo que ve con una cámara que le regaló su esposa. Fotos de ella, de niñas de la misma edad de su otrora despreciada criatura, de ésta misma una vez que conoce su paradero, etc., irán apareciendo en el relato, poniendo en evidencia la inconsistencia narrativa que lo atraviesa. Como apuntamos, a medida que se acerca a su final ramplón, El Guardián de los Recuerdos suma golpes bajos, por diestra y siniestra. El guión elude observar los matices de la beba, niña y finalmente adolescente. Por el contrario, se concentra en los rastros del padre culposo, en la inestabilidad emocional de su hijo y su esposa, y –hacia el final- produce un punto de giro que “ata cabos” de manera abrupta. Estamos habituados a estos bodoques dignos del canal Hallmark, con figuras desaprovechadas, dramas familiares maniqueos y dudoso gusto estético. Que le película tome tan livianamente un tema como la discriminación a los chicos con síndrome de down, ya es demasiado.
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