2009-07-31

Retrato adolescente

Juegos de amor esquivo

Film de contrastes (los nativos, los extranjeros; los adolescentes, los adultos), Juegos de amor esquivo hace del ensayo de una obra de Marivaux uno de sus epicentros narrativos. En esos ensayos la bella y caprichosa Lydia (Sara Forestier) capta la atención de Krimo (Osman Elkharraz). En clases el muchacho no necesita estar tan cercano a ella, pero en la pieza no puede esquivar su mirada. Krimo es retraído, tímido, mientras que Lydia es desbordante, verborrágica, consciente de su encanto y dispuesta a todo para no perderlo. El enamoramiento del joven y su imposibilidad para entablar un diálogo con ella para “aclarar las cosas” denotan al mismo tiempo un conflicto con el medio: Krimo no puede aprenderse la letra de la obra pero tampoco puede avanzar en sus conocimientos, comprender un mundo que en breve le será aún más adverso. El film –premiado con el Premio Especial del Jurado del BAFICI 2005- logra una puesta coherente con la percepción de los personajes. La puesta en escena alterna planos cerrados en los escenarios interiores y planos de gran amplitud en las secuencias exteriores, marcando de forma más tajante la diferencia de ambos espacios, haciendo objetiva la necesidad de “salir afuera”. Los cortes –abruptos en su mayoría- devienen de los movimientos de los actores que, hay que decirlo, son tan espontáneos como convincentes. Esa ominosidad en estado de latencia que Krimo comienza a advertir en el mundo familiar adulto no impide que ellos jueguen, se enamoren, y se diviertan como cualquier adolescente. Lo que el guión marca es la imposibilidad de los más débiles (ya sea por cuestiones de aprendizaje o por sufrir de xenofobia) de poner a prueba sus deseos y sus cualidades. La obra que ensayan es –al mismo tiempo- el contraste más metafórico. Marivaux tiene tan poco que decir de Krimo como éste de un país que le resulta desconocido, pero cuyos efectos políticos comenzará a padecer.
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