2009-04-08

Cazador Cazado

El Asaltante

Fachada de un colegio vista desde la calle. Un personaje de espaldas observando la situación. Desde aquí se nos presenta una relación presa-cazador entre el protagonista y los colegios (su objetivo). El asaltante menos esperado tiene un circuito de colegios secundarios privados a los que asaltar en el transcurso de una mañana, pero el plan empieza a fallar por la presencia de la persona menos esperada: la mesera de un bar. Los planos de él son cerrados y lo seguimos en largos planos secuencia. Lo interesante aquí es que la focalización está puesta en el cazador y no en la presa. De hecho tenemos siempre planos de referencia de Ramos (Arturo Goetz de destacada actuación); lo que pone en crisis esta dialéctica. La focalización hace una pequeña variación al entrar en escena una chica de unos veintitantos años, mesera de un bar, parece ser la única persona que puede poner trabas en el plan del asaltante. Aquí comienza a ser el cazador, el perseguido. Su plan empieza a mostrar las grietas a lo largo de las diferentes etapas. Su accionar que parecía ser medidamente calculado comienza a fallar. De la perfección pasa a la improvisación. El personaje suda, se quema, se agita, se degrada. El relato hace una construcción del asaltante que va del miedo a la lástima, de lo temerario a lo temeroso. Los movimientos de cámara están meticulosamente planeados permitiendo así el acompañamiento / escabullimiento del protagonista en taxi, colectivo, bar, baño, farmacia, etc. Además, hay que agregar que el relato está construido en tiempo real, de allí la utilización del plano secuencia remarcando este elemento y dándole a la temporalidad un papel fundamental. Lo interesante de la película es el juego que se propone entre lo que no se dice y lo que se dice, elementos que no terminan de explicarse argumentalmente pero que se dan a entender sutilmente producen la puesta en crisis de lo dicho. Un ejemplo de esto, es la relación casi de padre-hija que tiene el asaltante con la mesera y la relación con los colegios asaltados. Nunca se dice el porqué de su accionar, pero esa falta de justificación argumental de los motivos, nos lleva a repensar el motivo mismo de dichos hechos.
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