2021-01-09

Crítica de "The Empty Man: El mensajero del último día", vacía de emociones

Basada en la novela gráfica de Cullen Bunn y Vanesa R. Del Rey, la película cuenta la leyenda urbana del Empty Man, un tipo que, si soplas una botella vacía pensando en él en un puente, lo escuchas al primer día, lo ves al segundo y te liquida al tercero. La premisa es buena y se suma a la larga lista de espectros a convocar, del cual Candyman (1992) es uno de ellos.

Ahora la cuestión es qué caminos elige la película para contar esta historia que, por cuestiones narrativas, tiene que contar con un protagonista determinado. Y aquí comienzan los problemas. En primer lugar tenemos un extenso prólogo que transcurre en las montañas de Bután, donde un grupo de turistas/exploradores reviven el ritual milenario y traen a nuestros días la maldición. Toda esa secuencia está muy bien filmada y roba algún que otro susto.

Saltamos en el tiempo y tenemos al protagonista, James Lasombra (interpretado por James Badge Dale), que es un ex policía alcohólico y atormentado por heridas del pasado que empieza la búsqueda de Amanda, hija de una conocida. Acá empieza un relato policial soporífero que se extiende en las excesivas dos horas de duración hasta el desenlace final.

The Empty Man: El mensajero del último día dura mucho para ser una simple película de terror. Se entiende la intención de buscar un tinte revelador/épico al estilo Midsommar: El terror no espera la noche (Midsommar, 2019), pero sucede que David Prior no es Ari Aster. No filma como él, no impregna misterio a cada plano ni construye una tensión que crezca de forma piramidal. Las acciones aquí se apilan unas a otras sin trasmitir mucha emoción (las malas actuaciones del elenco tampoco ayudan) y su duración se siente eterna. En fin, un proyecto que se siente vacío como el hombre del título.

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