2018-02-05

Crítica de "Entre viñedos": Los de afuera son de palo

Jean (Pio Marmai), el mayor de los tres hermanos, vuelve a su hogar natal luego de diez años de ausencia. Su deseo de conocer el mundo y alejarse de las obligaciones impuestas por su padre lo llevan a alejarse de todo lo conocido. Mientras tanto, Juliette (Ana Girardot) y Jérémie (François Civil) fueron los encargados de sostener la empresa familiar pero las cosas cambiarán ante la inminente muerte del patriarca.

Los reproches y las diferencias emergerán entre los hermanos que con sus limitaciones sostuvieron la empresa familiar. Mientras Juliette debe lidiar con los empleados y tomar las decisiones más importantes, Jérémie se debate entre lo que es mejor para su núcleo más íntimo y los deseos de la familia de su esposa. Asimismo, Jean deberá resolver su situación matrimonial que pende de un hilo.

El principal mérito del director es que evita regodearse en la relación conflictiva entre Jean y su padre para concentrarse principalmente en cada uno de los hermanos y su entorno. Será a partir de las enseñanzas, pero también de las diferencias, que buscarán sortear las dificultades que se les presentan.

Los flashbacks son recurrentes pero bastante medidos y ayudan a entender la postura actual de cada uno de los hermanos y los roles que asumieron en su adultez. Tal vez, lo que juegue en contra en Entre viñedos es la duración. Sus casi 120 minutos pesan y queda la impresión de que con una hora y media de metraje habría alcanzado para narrar los conflictos de los personajes y su posterior resolución.

No obstante lo señalado, la película de Cédric Klapisch resulta llevadera y si bien no marca un hito en el cine galo es una historia que refuerza aquella idea expuesta por José Hernández en el Martín Fierro y que nos es tan familiar.

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